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¿Cómo debe ser la pipí de un bebé?

Entender qué es lo normal y qué no en tu pequeño a veces es todo un reto. Por lo pronto, te invitamos a conocer un poco más sobre su pipí.

La pipí de tu bebé te puede dar pistas si todo marcha bien con su salud, por eso es importante que reconozcas ciertas señales. De manera general, esta debe ser abundante y producirse de forma regular, lo cual indica que el niño está sano. Cuando no ocurre así, hay que ver cuál es la alteración y comunicársela al pediatra. Te decimos cómo actuar si…

LA ORINA ES MUY ABUNDANTE

La cantidad de pipí es mayor de lo normal y el estímulo de orinar se presenta con frecuencia. Si es un hecho aislado, puede ser que el pequeño ha bebido más de lo habitual o que ha comido un alimento con efecto diurético. Si el problema se presenta en época de frío o después de un paseo al aire libre, seguro se debe al clima: el niño suda menos y la orina es más abundante.

La causa del trastorno podría ser más seria si el niño ha comenzado a hacer pipí con una frecuencia mayor de lo habitual (por ejemplo, se despierta todas las noches para ir al baño), si bebe líquidos más de lo normal y si sufre un aumento repentino del apetito, ya que podría tratarse de una diabetes mellitus o una diabetes insípida. 

QUÉ HACER

Si es algo aislado, no hay que adoptar medidas. En cambio, hay que consultar al pediatra si hay sospechas de diabetes: el médico valorará si es necesario hacer exámenes específicos para efectuar el diagnóstico.

LA CANTIDAD DE ORINA ES ESCASA

Esto ocurre cuando hay una reducción en la cantidad y en la frecuencia de la orina respecto a la que suele producir en el transcurso del día. El bebé no llega a hacer pipí las cinco veces habituales durante 24 horas, y que se consideran un signo de buena salud, o bien, emite unas gotitas pequeñas de orina, dejando el pañal casi seco.

Es probable que el niño haya tomado el pecho menos tiempo del necesario o, si ya está destetado, que haya bebido poco. Por lo tanto, es normal que haga menos pipí. No hay que alarmarse si estuvo expuesto a un temperatura externa elevada o si tuvo fiebre, pues los líquidos se eliminan a través de la sudoración y de las gotitas emitidas con la respiración. 

QUÉ HACER

Si el pequeño toma pecho, conviene darle de comer con más frecuencia o tomas breves. Si ya está destetado, hay que darle líquidos. Si después de una semana y a pesar de haber tomado estas medidas, el pequeño continúa haciendo poca pipí y no aumenta de peso como debería, es necesario consultar al pediatra. Avísale si la orina, además de ser escasa, es dolorosa, ya que podría tratarse de una infección de las vías urinarias.

 


 

EL PEQUE SIENTE ARDOR AL ORINAR

El niño hace pipí con frecuencia, pero con un flujo reducido. Además, la micción es dolorosa y provoca ardor. A veces, el pequeño tiene fiebre.

Podría tratarse de un infección de la vejiga (cistitis), provocada por gérmenes que colonizan el intestino, o una leve malformación, que hace un retorno de la orina desde la vejiga hacia arriba y, por lo tanto, provoca una infección de los uréteres, e incluso de los riñones.

QUÉ HACER

Es conveniente llevarlo con su pediatra.

LA ORINA ES MÁS OSCURA DE LO NORMAL

La pipí no tiene el clásico color amarillo oro, sino que es más oscuro. Esto puede ocurrir porque el niño sudó demasiado y las sales minerales contenidas en la orina se hayan concentrado y el color se haya alterado. El color también podría estar relacionado con el tipo de alimentación: una dieta rica en betabel, por ejemplo, podría oscurecer la orina. En casos más raros, la orina podría tener un color más oscuro por contener sangre, un síntoma que podría indicar una infección de las vías urinarias o de los riñones.

QUÉ HACER

Es necesario dar de beber más agua al niño y quitar de su dieta los alimentos que pueden “teñir” su orina. Si después de esto la pipí no recupera su aspecto habitual, se debe consultar al pediatra. 

Estar al pendiente de la pipí de tu hijo es clave en su salud y cuidados. Acompaña estos momentos de bienestar con el pañal KleenBebé® Suavelastic® Mediano, que ayuda a prevenir irritaciones en la piel. Un plus que nos encanta es que tiene cuatro puntos de agarre para evitar que se cuelgue o se deforme, y esto hace que siempre lo traiga como recién puesto, además de que está elaborado con ingredientes naturales como manzanilla, aloe vera y vitamina E. ¡No pierdas de vista cualquier cambio en su pipí!

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XSALUDX

Pies y piernas: problemas y soluciones

¿Es normal que tenga las rodillas arqueadas o que apoye mal los pies? Observemos las piernas del niño para descubrir posibles trastornos.

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> Hasta hace poco, solo gateaba, pero ahora ya intenta ponerse de pie y empieza a dar sus primeros pasos. Sin embargo, cuando observamos los progresos del niño, notamos algo extraño: puede que arquee las piernas o que las tenga en forma de X, o bien que camine con los pies hacia dentro. ¿Esto es algo normal o hay que preocuparse?

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LA PLANTA DEL PIE ESTÁ DIRIGIDA HACIA ARRIBA
El pie está girado sobre su propio eje longitudinal (el que va del talón a los dedos) y, en los casos más graves, la planta está dirigida hacia arriba. Este fenómeno puede darse en ambos pies a la vez.

> Causas. Se trata del pie talo valgo congénito, la anomalía más frecuente en ortopedia pediátrica. Deriva de un desequilibrio de origen genético entre los diversos grupos musculares de las piernas, a raíz del cual el pie resulta “atraído” hacia el grupo predominante.

> Qué hacer. Para corregir este defecto, la mejor solución es la denominada “técnica de Ponseti”. Consiste en una serie de manipulaciones delicadas, pero precisas: el ortopedista o el fisioterapeuta enseñan una serie de movimientos a los papás, que deberán realizar a modo de masaje lo más a menudo posible. Esta manipulación se combina con el empleo de vendajes o férulas correctoras. Si, después de todo esto, la corrección no ha dado resultados satisfactorios, se recurre a una pequeña intervención en el tendón de Aquiles, que libera todas las estructuras retraídas. Debido a la edad del niño, la operación se realiza con anestesia general, a pesar de ser muy sencilla. Después, el pequeño llevará un vendaje corrector y, más adelante, un aparato de ortopedia nocturno hasta los 18 meses.

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TIENE EL PIE EN FORMA DE ‘GAJO DE MANDARINA’
El pie está curvado hacia el interior, con una forma de media luna. Este fenómeno puede darse en ambos pies.

> Causas. Nos encontramos ante un metatarso varo congénito, un defecto que, posiblemente, esté relacionado con una mala posición del pie dentro del útero. Esta mala posición puede ser debida, por ejemplo, a una escasa cantidad de líquido amniótico, o bien porque el feto sea grande y la cámara gestacional, pequeña.

> Qué hacer. El trastorno se corrige con el uso de botas ortopédicas que alinean los dedos con el talón y que se deben usar de forma continuada. Cuanto más pequeño es el niño, más rápida es la curación.

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TIENE LAS PIERNAS ARQUEADAS
En cuanto el niño adopta la posición erguida (alrededor del año), cuando pone los pies juntos, la mamá advierte un espacio entre las rodillas, que tienden a separarse.

> Causas. Se trata del fenómeno de la rodilla vara. En este caso, existe una predisposición genética, aunque se puede producir con más frecuencia si el niño es un poco robusto, dado que el peso provoca el arqueamiento de las rodillas. Precisamente por ello, se presenta más a menudo en los niños, que suelen pesar más que las niñas.

> Qué hacer. No es preciso intervenir, ya que el trastorno se soluciona de forma espontánea alrededor de los dos o tres años.

TIENE LAS PIERNAS EN FORMA DE X
Cuando el niño está de pie con las rodillas juntas, no consigue unir los pies.

> Causas. Se habla de rodilla valga y se manifiesta alrededor de los tres o cuatro años. Este trastorno no debe preocupar, puesto que está relacionado con un desarrollo fisiológico de las extremidades inferiores.

> Qué hacer. No existen tratamientos. Basta con programar un control anual por parte del ortopedista, que mide, con las rodillas juntas, la distancia que hay entre los maléolos (tobillos).

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TIENE LOS PIES PLANOS
El pie del pequeño no presenta la curvatura plantar normal, sino que es plano; es decir, toda la planta toca el suelo.

> Causas. Si el pie plano se manifiesta a los dos o tres años, no se trataría de un trastorno propiamente dicho, por lo que no debe crear preocupación: en general, se debe a un aumento normal del panículo adiposo plantar (el arco simplemente está oculto por la grasa). En cambio, a partir de los tres o cuatro años, la grasa se suele “secar” y, entonces, el arco plantar se empieza a apreciar. Cuando esto no se produce, es necesario llevar al niño al ortopedista, quien valorará si se trata realmente de un pie plano, que puede ir acompañado de una desviación del talón (el llamado “talón valgo”): en lugar de presentarse perpendicular al suelo, como debería ser normalmente, tiende a desviarse hacia el exterior, dirigiendo el maléolo interno hacia el suelo.

> Qué hacer. Se interviene a partir de los tres años, introduciendo una pequeña plantilla en el zapato, que sirve solo para corregir alteraciones en la marcha. El pequeño deberá llevarla durante dos o tres años. Ya no se recurre a los incómodos zapatos ortopédicos que se usaban en el pasado. Además, si el pie plano persiste después de los ocho o diez años, y está acompañado de dolor y de dificultad para practicar deporte o caminar, se introduce quirúrgicamente una pequeña prótesis de expansión entre el astrágalo y el talón. Se trata de una intervención definitiva, que sólo dura unos minutos y que se realiza con carácter excepcional.

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SE DESPLAZA CON LA PUNTA DE LOS PIES
Algunas veces, el pequeño se pone de puntillas cuando camina.

> Causas. Con frecuencia, el niño puede caminar sobre las puntas de los pies si ha empezado a dar sus primeros pasos utilizando únicamente la andadera, que lo hacía tomar impulso con la parte delantera del pie. Este fenómeno no se debe confundir con el “pie equino neurológico”, que obliga al niño a caminar exclusivamente con las puntas e implica un problema neurológico causado por un sufrimiento fetal o neonatal. Este último trastorno se debe a una patología más compleja que el pediatra identifica después del nacimiento y que requiere una orientación terapéutica articulada y, a veces, quirúrgica.

> Qué hacer. Este fenómeno desaparece de forma espontánea en cuanto el niño aumenta de peso y empieza a caminar apoyando toda la planta del pie.

XPSICOLOGÍAX

Miedo a la separación: cómo superarlo

En torno a los ocho meses, el pequeño sufre el miedo a separarse de sus papás. ¿Cómo podemos ayudarlo?

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> Cada mañana, antes de irte al trabajo, nunca faltan los llantos y los berrinches. Para los padres que tienen que separarse de su hijo durante unas horas, esto representa un auténtico drama. Veamos cómo afrontar el momento de la separación y a qué actitudes recurrir para vivir esta situación lo más tranquilos posible.

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PROCEDER POCO A POCO
> Es normal que el niño llore durante las primeras separaciones.
Los papás no deben permanecer insensibles al llanto del niño, sino que deben ayudarlo a separarse de forma gradual. Por ejemplo, al menos durante las primeras semanas, se puede asistir con él a la guardería para favorecer la adaptación al nuevo ambiente y conocer a las maestras.

> Es importante explicar al niño que la mamá volverá pronto, con el fin de tranquilizarlo y ayudarlo a alejar los miedos y la ansiedad. Hay que ofrecerle puntos de referencia precisos: si el niño sabe que la mamá le vendrá a buscar después de comer, le resultará más fácil prepararse para su regreso.

> Antes de separarse de él, se le puede ofrecer algún objeto que lo tranquilice y divierta. Por ejemplo, en estas situaciones, un peluche, una muñeca o una mantita pueden ayudar al niño a afrontar la separación con serenidad.

> Si, en el transcurso de las semanas, las protestas del niño no cesan, es aconsejable investigar, para comprobar si, por ejemplo, la guardería no es la adecuada o bien si existen otros obstáculos para la separación dentro del ambiente familiar.

> El resultado de la separación entre la mamá y su pequeño depende, en gran medida, del estado de ánimo con el que la mamá o el papá viven el momento de la separación. Si los padres se muestran tranquilos, el niño también sentirá tranquilidad. Por lo tanto, aprendamos a preguntarnos si el rechazo del niño a separarse de nosotros depende, en realidad, de nuestra dificultad para separarnos de él.

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QUÉ NO HAY QUE HACER
> No hay que recurrir a castigos, amenazas o promesas de regalos
para que el pequeño se quede en la guardería o en casa de los abuelos. Basta con mimarlo y demostrarle cariño para ayudarlo a afrontar las primeras separaciones.

> Nunca hay que decir mentiras al niño o separarse de él a escondidas sin haberlo preparado con tiempo para el momento de la separación. Además de ser un comportamiento poco educativo, la principal consecuencia del engaño de los adultos es la pérdida de confianza del niño hacia ellos.

> En la relación con el niño, no se deben adoptar comportamientos de ansiedad o nervios debidos a una excesiva imprevisión o distracción. De lo contrario, el pequeño no sentirá que puede contar con una base afectiva segura y, en el momento de separarse, se mostrará inseguro y temeroso. Esto lo llevará a adoptar comportamientos de rechazo y de protesta en las separaciones, precisamente, porque no tiene manera de construir dentro de sí una imagen estable de la figura materna que, una vez solo, pueda acompañarlo.


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XSEGURIDADX

SOS: ¡cuerpo extraño!

Los niños, a esta edad, sienten curiosidad por los objetos de tamaño reducido. ¿Cómo actuar si se los introducen en la nariz, en la boca o en los oídos?

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EN LA NARIZ
> Qué hacer.
Lógicamente, lo mejor es evitar que el niño juegue con objetos muy pequeños. Sin embargo, si el mal ya está hecho, hay que llevarlo a un servicio de urgencias inmediatamente.

> Qué no hacer. Existe el riesgo de que, en el intento de sacarlos, penetren aún más en profundidad, descendiendo hacia la garganta y el aparato respiratorio. El objeto puede ir directamente a los bronquios y causar daños, como una neumonía por aspiración. Cuando esto ocurre, se produce una infección de los bronquios, que tratan de agredir y expeler al “intruso”. Por lo tanto, mamá y papá no deben intentar intervenir en ningún caso, sino que deben acudir a urgencias.

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EN LA GARGANTA
> Qué hacer.
Si el cuerpo extraño no ocluye por completo las vías respiratorias y el niño puede llorar, toser y hablar, no es preciso realizar ninguna maniobra de desobstrucción, dado que se podría empeorar la situación. Por el contrario, hay que animarlo a toser y, al mismo tiempo, tratar de tranquilizarlo. Algunas veces, el objeto todavía se encuentra al inicio de la cavidad oral, por lo que solo hace falta introducir un dedo en la boca del bebé y extraerlo. Sin embargo, si la obstrucción persiste, es necesario llamar al teléfono de emergencias o trasladar al pequeño al servicio de urgencias más cercano. Si ya ha descendido a los bronquios, utilizará un instrumento llamado broncoscopio, después de anestesiar al niño.

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En cambio, si el cuerpo extraño ocluye las vías respiratorias por completo y no permite el paso del aire (se reconoce porque el pequeño se pone de color morado y muestra signos de asfixia), es necesario realizar la maniobra de desobstrucción de inmediato, cuyo objetivo es hacer aumentar la presión en el interior del tórax y provocar una tos artificial que ayudará a expeler el cuerpo extraño.

> Qué no hacer. Es importante no dejarse llevar por el pánico. La maniobra de Heimlich no debe realizarse si el niño tiene menos de dos años: existe el riesgo de dañar el hígado. Asimismo, hay que evitar introducir un dedo en la boca a ciegas: si el objeto no es totalmente visible, se pueden provocar más daños.

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EN EL OÍDO
> Qué hacer.
Si el objeto introducido es pequeño, la mamá puede intentar extraerlo mediante un lavado nasal. En primer lugar, hay que apoyar la cabeza del niño por el lado del oído libre y, lentamente, verter un poco de suero fisiológico en el oído en el que ha entrado el cuerpo extraño. A continuación, se debe girar la cabeza al pequeño para comprobar si el objeto ha salido. Durante la operación, el niño debe mantener la boca abierta, con el fin de equilibrar la presión que se crea en el oído.

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Cuando el intruso es un insecto, el niño advierte un zumbido muy fuerte e insoportable. Lo primero que hay que hacer es introducir unas gotas de alcohol de baja graduación en el oído y, después, intentar extraerlo. Si el pequeño no quiere quedarse quieto y no es posible efectuar la operación, es preferible dirigirse a urgencias lo antes posible. El otorrino utilizará un instrumento llamado otoscopio para ver el objeto y lo extraerá con facilidad con la ayuda de unas pinzas especiales, sin dañar el tímpano.

> Qué no hacer. Es mejor no insistir si los primeros intentos no dan un resultado positivo. Es preciso pedir ayuda a un médico, para no correr el riesgo de provocar daños más serios. No hay que introducir fármacos en forma de gotas en el oído. Si el tímpano resultara dañado, el medicamento podría agravar la situación.

XSALUDX

¿Oye bien?

Los problemas de audición pueden presentarse a cualquier edad y lo importante es diagnosticarlos lo antes posible.

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> La hipoacusia (déficit auditivo) puede presentarse a cualquier edad, pero debe diagnosticarse de forma precoz para permitir que el niño adquiera el lenguaje de manera correcta. Normalmente, los padres son los primeros en darse cuenta, cuando se cae algo al suelo y el niño no reacciona o cuando él mismo manipula los objetos sin interesarse por los sonidos que producen. A veces, el problema se detecta a los siete u ocho meses, en el período de la lalación. El pequeño no “balbucea”, simplemente, porque no oye.

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LAS CAUSAS
> Si el defecto está presente al nacer
(frecuencia de 1:2.000), la hipoacusia puede deberse a varias causas: factores hereditarios, daños en el nervio acústico, enfermedades como el sarampión o la meningoencefalitis, o bien lesiones de la cóclea (en el oído interno), como las provocadas por la rubéola (enfermedad que, si se contrae en el primer trimestre de embarazo, puede dañar al feto).

> La hipoacusia también puede estar causada por una carencia de oxígeno al nacer (hipoxia) o por la ictericia, es decir, la acumulación de bilirrubina que da a la piel un aspecto amarillento y que, solo en casos extremos, puede provocar daños de este tipo.

> Si el problema aparece después de nacer, se debe, la mayoría de las veces, a una obstrucción: el niño se ha introducido un objeto pequeño en la oreja, o bien se ha estancado mucosidad en el oído medio.

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EXÁMENES ESPECÍFICOS
> Las otoemisiones acústicas:
son sonidos emitidos activamente (y espontáneamente) desde la cóclea tras una estimulación. Su ausencia indica problemas en el oído interno. Una sonda aplicada en el oído externo del niño envía breves impulsos. La cóclea responde y un aparato recoge las señales. Este examen ya forma parte de la monitorización neonatal en muchos hospitales.

> Los potenciales evocados auditivos: se envían impulsos al cerebro y, mediante un electroencefalograma, se registran sus respuestas. Este examen no es doloroso ni invasivo y el pediatra lo solicita cuando sospecha de una sordera profunda real.

> La audiometría: se utiliza para los casos de otitis media o de patologías del oído interno. Evalúa el estado del oído y revela si existe una obstrucción o si el nervio acústico no funciona. Se realiza a partir de los cinco o seis años y requiere la colaboración del niño. Consiste en ponerle al pequeño unos auriculares y estimularlo con sonidos presentados en el oído derecho o en el izquierdo. El niño debe responder a estos estímulos indicando por qué lado los oye.

> La impedanciometría: es un examen que valora la transmisión del sonido. Revela el nivel de flexibilidad del tímpano y si se ha acumulado mucosidad en el oído medio. Gracias a la tecnología disponible en la actualidad, puede realizarse con facilidad incluso en los centros de atención primaria.

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CÓMO ACTUAR
> Ante la presencia de un cuerpo extraño, el objeto debe eliminarse
lo antes posible en un servicio de urgencias.

> En caso de estancamiento de mucosidad (frecuente en los niños con rinitis o con adenoides engrosados), se interviene, en primer lugar, tratando de descongestionar el oído, sin recurrir a los antibióticos, siempre que sea posible. Si la mucosidad no está infectada por bacterias, se trata de otitis media exudativa (o con derrame).

En cambio, si está infectada (la fiebre lo indica), se habla de otitis media aguda. Es preciso recurrir a los antibióticos en caso de otitis purulenta (en la exploración visual, se observa que el tímpano está perforado), con el fin de evitar mayores complicaciones. Si no es así, el tratamiento debe ser dirigido hacia la sintomatología que el niño presente, siempre por indicación pediátrica.

> Para los casos de sordera acentuada, hoy en día, existen prótesis discretas, que no perjudican la vida social del niño.

> Si la sordera es total, se puede recurrir a un implante coclear, realizado por profesionales competentes.

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GRACIAS POR LEERNOS

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