Semana 19

Portada 19

Ya estás en la SEMANA 19
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BEBÉ
Su
piel se recubre de barniz caseoso, una especia de “crema” que la protege del contacto con el líquido amniótico. Asimismo, se desarrolla un fino lanugo, que ayuda al barniz caseoso a permanecer sobre la piel. Los esbozos de sus dientes permanentes se forman en las encías, debajo de los dientes de leche, que ya se habían formado.

MAMÁ
La mayoría de las mamás ya han notado los movimientos del feto en esta semana y, a partir de ahora, se puede sentir también un movimiento muy “típico”, una serie de leves sobresaltos: ¡el bebé tiene hipo en la pancita!

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XDESARROLLOX

¿A quién se parecerá?

Seguro que sientes curiosidad por saber cómo será tu bebé. La genética te puede ayudar. No se trata de una ciencia exacta, pero existen caracteres dominantes que nos permiten imaginar un poco cuál será el aspecto físico de tu bebé.

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¿Será niño o niña? ¿Tendrá los ojos azules de la abuela o las piernas delgadas de papá? El interrogante sobre el sexo del futuro bebé suele encontrar respuesta alrededor de la semana 20 de embarazo, con la segunda ecografía. Lamentablemente, para resolver el resto de curiosidades, hay que esperar algunos meses y, en el caso de la estatura, incluso años. Como alternativa, podemos recurrir a las leyes de Mendel, que explican cómo y según qué probabilidades los papás transmiten a sus hijos sus características morfológicas y psíquicas.

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¿OJOS OSCUROS O CLAROS?
El color de los ojos está determinado por la concentración de la melanina presente en el iris. Los ojos oscuros presentan una cantidad de pigmento elevada, mientras que los claros tienen poco pigmento. La cantidad está regulada por un mínimo de tres genes, y esto hace que el mecanismo de transmisión sea mucho más complicado de lo que se pensaba. En general, se puede afirmar que, siendo el color oscuro el dominante, si solo uno de los progenitores tiene los ojos claros, es muy probable que el niño tenga los ojos oscuros. Según la ley de Mendel, la combinación es la siguiente:

Oscuro + oscuro = oscuro
Oscuro + claro = oscuro
Claro + claro = claro
Sin embargo, no será posible establecer si los ojos claros serán azules o verdes.

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OREJAS DE SOPLILLO
Algunos rasgos fisiológicos muy marcados,
como la barbilla prominente, la nariz aguileña, las orejas de soplillo o las manos grandes, son características hereditarias dominantes de las que difícilmente se puede escapar. La buena noticia para las familias en las que estas formas son comunes es que, en las mujeres, las líneas casi siempre tienden a suavizarse. En general, los papás se reconocen complacidos en los rasgos de los niños, pero, si observasen con más atención, descubrirían sus propios rasgos, aunque suavizados, también en las niñas.

¿QUÉ TAN ALTO SERÁ?
En general, la altura y el peso son el resultado de una media de las características de los padres.
Muy difícilmente, una pareja de baja estatura tendrá un hijo más alto que otro niño de la misma edad cuyos padres sean jugadores de baloncesto, por ejemplo. La estatura definitiva se puede prever con una discreta aproximación. Los auxólogos (médicos que se ocupan del crecimiento) emplean las siguientes fórmulas:

> Para los niños:
Altura del padre en centímetros + altura de la madre en centímetros : 2 = X + 13

> Para las niñas:
Altura del padre en centímetros + altura de la madre en centímetros : 2 = X-13

La estatura genética prevista siempre se alcanza, a menos que el crecimiento del niño se ralentice a causa de factores ambientales (alimentación o higiene insuficientes) o biológicos (problemas hormonales o anomalías cromosómicas). Asimismo, la tendencia al sobrepeso tiene raíces genéticas, pero el ambiente cuenta mucho. En una familia de obesos, el niño aprende modelos de alimentación erróneos, que podrán condicionar su forma física en la edad adulta.

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¿MELENA ABUNDANTE?
También el color y la estructura del cabello están teóricamente regulados por la competición entre los caracteres dominantes (negro y rizado) y los recesivos (rubio y liso).
El pigmento siempre está determinado por la concentración de melanina, pero, en el caso del cabello, los genes encargados de dirimir la cuestión son cuatro, como mínimo. Además, se está empezando a pensar que, al igual que sucede con fenómenos morfológicos como la constitución, la estructura pilífera también viene determinada, en parte, por una mezcla de los caracteres maternos y paternos. De todos modos, existe una relación bastante constante y previsible con el color de los ojos: los genes encargados de la dosificación de la melanina del cabello y del iris están situados muy “cerca” en sus cromosomas, y ambos se transmiten. Esto explica por qué, con frecuencia, las personas rubias tienen los ojos azules, y las morenas, los ojos oscuros. Asimismo, si el padre y el abuelo paterno han sufrido calvicie prematura, es probable que también uno o varios hijos presenten este mismo problema. Por último, la tendencia a tener canas de forma prematura también es una cuestión hereditaria.

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¿SE NACE INTELIGENTE?
Los científicos coinciden en un hecho: todos los niños nacen con un patrimonio cerebral heredado de los padres, pero su crecimiento intelectual o psíquico está ampliamente condicionado por el ambiente en el que viven y por los estímulos que reciben. ¿En qué porcentaje? Según las opiniones de los expertos, se pasa del 60 al 80% a favor de la genética. Sin embargo, se trata de cálculos difíciles, por no decir imposibles. Por ejemplo, si hablamos del talento musical: ¿cuánto está predeterminado desde el punto de vista genético y cuánto se debe al hecho de que un hijo de músicos vive inmerso en la melodía y puede tocar uno o varios instrumentos desde pequeño?

Si bien es difícil prever qué dotes o inclinaciones heredarán nuestros hijos de nosotros, podemos tener en cuenta el hecho de que algunas formas de inteligencia están más relacionadas con la herencia genética que otras. Por ejemplo, la capacidad de cálculo, la habilidad cinética (la relación física con el espacio y el movimiento) y, en menor medida, la memoria. También está genéticamente predeterminada la facilidad con la que un niño aprende el vocabulario de una o varias lenguas. Por último, los genes son responsables de la miopía. ¿Qué tiene que ver con la inteligencia? Quizás, nada, pero hace tiempo que se ha descubierto una correspondencia estadística entre esta patología hereditaria y un coeficiente intelectual alto. Recientemente, algunos científicos han descubierto que un único gen se ocupa tanto del desarrollo cerebral como de la formación del ojo. ¡Puede que el estereotipo del estudioso con gafas tenga cierto fundamento!

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XBIENESTARX

Mensajes de amor

¿Sabías que no es necesario esperar nueve meses para transmitir a tu hijo tu amor y crear un vínculo con él? Te enseñamos cuatro técnicas que te ayudan a comunicarte con tu pequeño desde el principio.

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1 VISUALIZACIÓN
QUÉ ES
Consiste en imágenes mentales que la mamá elabora en un estado de profunda relajación.
Mediante esta técnica, la mujer aprende a abrir gradualmente los canales emocionales y psíquicos que le sirven, y le servirán sobre todo después del parto, para sintonizar con su bebé. Imaginar al bebé desde el inicio del embarazo, pensar en él envuelto en un haz de luz que representa el amor de la mamá, ayuda a que el feto se sienta acogido y protegido, y a vivir su nacimiento de forma más consciente.

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CÓMO SE HACE
Normalmente, al principio, las visualizaciones son guiadas. Un experto ayuda a la mamá a relajarse y, a continuación, le sugiere las imágenes mentales en las que tiene que concentrarse. Aprendida la técnica, es posible realizar los ejercicios en casa con la ayuda de una grabación. Te explicamos dos de ellos:

> El nido de luz
En un lugar tranquilo, siéntate en el suelo con las piernas cruzadas o en una silla, con la espalda recta y el cuerpo relajado. Realiza unas respiraciones dejando que, durante las exhalaciones, el pecho caiga libremente. Cuando inhales, repite mentalmente: “En mi profundidad…”. Y, suspirando, durante la espiración: “…me calmo y me relajo”. Sumérgete en tu propio interior e intenta sentir tu cuerpo relajado.
Después, imagina un haz de luz luminoso dentro de ti que se dirige hacia el útero. Imagina que ves un pequeño bebé, con sus bracitos, sus manos, sus piernas… Rodéalo con esta preciosa luz, como si fuese un nido que lo envuelve. Imagina tus manos llenas de luz acunándolo dulcemente, inmerso en la luz de amor que tú le envías. Su pequeño corazón se ilumina. Ahora, detente un momento, espera su respuesta… y siente que su onda de amor llega a ti. Respira profundamente y, cuando te sientas preparada, abre los ojos.

> El niño de paz
Después, apoya las manos en tu vientre, con las palmas hacia abajo y los dedos entrelazados. Imagina que diriges un haz luminoso hacia el útero e ilumina a tu hijo. Observa qué está haciendo. Si está despierto, puedes acariciarlo con cariño, explicándole que están a punto de vivir una bonita experiencia juntos. Mueve el haz de luz e imagina que creas dos burbujas luminosas y transparentes, una de ellas, a tu alrededor, y la otra, alrededor del bebé. Repite en voz alta y, después, cada vez más bajo: “Paz y armonía”. Lentamente, tu burbuja y la de tu hijo se difuminan en la luz. Recupera el contacto con la realidad y empieza a moverte despacio.

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2 HABLA CON ÉL
QUÉ ES
La voz materna es, sin duda, el estímulo que llega al pequeño de forma más intensa y frecuente.
Cada vez que la mamá habla, sus cuerdas vocales vibran como las de una guitarra, formando ondas sonoras que son absorbidas por los tejidos y por los órganos, y logran llegar al útero en gran parte. La voz de una mujer escuchada desde el interior de su cuerpo es tan distinta de la percibida desde el exterior que resulta difícil pensar que un recién nacido pueda reconocer la voz de su madre. Y, sin embargo, es así. El niño reconoce el sonido, la entonación y, sobre todo, la carga emocional de la persona que le habla. Por esa razón, hablar al pequeño cuando está en el vientre materno representa la manera más sencilla y eficaz de establecer contacto con él.

CÓMO SE HACE
Puedes dirigirte a tu hijo desde el primer trimestre de embarazo. Si bien el aparato auditivo no se completa hasta el segundo trimestre, tu pequeño puede percibir tus emociones mucho antes. Así pues, el hecho de hablarle se convierte en un modo de afirmar su presencia y hacerle sentir que lo quieres desde que sabes que está dentro de ti.

> Usa frases espontáneas
Cuando la mamá se comunica con su hijo, es importante que sea espontánea, directa, dulce y tierna. Expresa a tu bebé todo lo que sientes. Explícale qué estás haciendo o las emociones que sientes. Procura que tu voz sea lo más tranquila, dulce y suave posible, y, al mismo tiempo, apoya las manos sobre tu vientre. Si estás enfadada o preocupada, no te sientas culpable. Tranquiliza a tu pequeño hablándole suavemente, explicándole que no depende de él y que lo sigues queriendo mucho.

> Crea una rutina fija
Puedes programar este encuentro en un momento concreto del día, con el fin de crear una especie de cita fija. Por ejemplo, podrías dedicarle unos minutos después de comer o de cenar. Parece ser que el mayor nivel de azúcar en la sangre de la mamá y, por lo tanto, del feto, hace que el pequeño se muestre más activo y más receptivo.

> Haz que escuche a su papá
Sobre todo a partir del tercer trimestre, es importante que el pequeño aprenda a distinguir la voz de su papá. Pide a tu pareja que te acaricie la pancita, describiendo círculos con los dedos, partiendo del bajo vientre, donde debería estar colocada la cabeza del bebé, y subiendo hacia el ombligo, recorriendo, así, su cuerpo. Al mismo tiempo, tu pareja puede expresar su amor por el pequeño hablando cerca de la pancita y diciéndole lo mucho que desea que esté con ustedes, pero sin forzar. Si lo prefiere, puede limitarse a llamarlo. Al principio, algunos hombres se sienten un poco intimidados o avergonzados de vivir esta experiencia. Sin embargo, si se les da un poco de tiempo, se acaban desinhibiendo.

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3 ‘REBIRTHING’
QUÉ ES
El “rebirthing” (que significa “renacimiento”) es una técnica de relajación profunda
ideada en Estados Unidos a principios de los años 70. Se basa en un tipo de respiración especial, que se produce sin interrupciones y de manera circular, es decir, inspirando y espirando siempre a través del mismo canal, la nariz o la boca. De este modo, se crea una reacción bioquímica que activa algunos neurotransmisores, involucrados en los mecanismos de regulación de la ansiedad y del estrés, que actúan a nivel psíquico, suscitando unas emociones especiales relacionadas con el recuerdo. Con el “rebirthing”, se puede llegar incluso a revivir la experiencia del propio nacimiento. En el embarazo, se recurre a la “versión” más suave de esta técnica.

CÓMO SE HACE
Al principio, es importante dejarse guiar por un terapeuta. Con la ayuda del “rebirther”, la mamá aprende a encontrar el ritmo de respiración adecuado. En general, al cabo de cuatro o cinco sesiones, la mamá podrá hacerlo sola. Una vez finalizados los ejercicios, el monitor ayuda a la mamá a comprender las emociones, sobre todo las negativas, que emergen durante el encuentro. Una sesión completa dura cerca de 40 minutos. Te enseñamos dos ejercicios sencillos que puedes intentar practicar en casa:

> Muchas palabras de cariño
Acuéstate en un lugar tranquilo y en una posición cómoda. Empieza a inhalar y exhalar por la nariz, sin interrupciones. Apoya las manos en tu vientre y visualiza a tu hijo. Como alternativa, repite mentalmente frases de amor dirigidas a él. Puedes realizar este ejercicio desde el primer mes. Es suficiente con una sesión de un cuarto de hora una vez a la semana.

> Una respiración de tres
Prueba a compartir esta experiencia con tu pareja. Pídele que se acueste detrás de ti, apoyando la espalda en la pared y abrazándote desde atrás. Pongan las manos en la pancita y respiren juntos de forma sincronizada. Visualicen al niño y envíenle pensamientos positivos. De esta manera, el papá toma conciencia de su papel desde el principio, y la pareja logra vivir el embarazo en sintonía, estableciendo un contacto “a tres bandas” con el pequeño. Este ejercicio debe realizarse una vez a la semana, durante un cuarto de hora, escogiendo un momento tranquilo. Todos los días se pueden realizar actos respiratorios sencillos: son suficientes 20-30 respiraciones circulares realizadas en un momento en el que se sienta la necesidad de reencontrarse y de entrar en contacto con el bebé.

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4 EN EL AGUA
QUÉ ES
Prepararse para el parto sumergida en el agua ayuda a sintonizar con el niño, que nada en el líquido amniótico.
La lentitud de movimientos que el ambiente acuático impone y la posibilidad de flotar permiten abandonar todas las tensiones y favorecer la relajación y el recogimiento. De esta manera, la futura mamá puede dejarse llevar y volver, en cierto modo, a sus orígenes, experimentando las mismas agradables sensaciones que su hijo siente dentro de ella. Así, el agua se transforma en un común denominador entre la mamá y su futuro hijo, y sirve para establecer un contacto profundo, ayudando a la mujer a prepararse para ser mamá física y psicológicamente.

CÓMO SE HACE
Si tu ginecólogo no te lo ha contraindicado, durante el primer trimestre puedes sumergirte en el agua, con una temperatura agradablemente templada, dentro de tu bañera. Apoya las manos delicadamente sobre la parte inferior del abdomen y concéntrate con los ojos cerrados, pensando en tu hijo, que recibe la caricia del agua, exactamente como te sucede a ti.

> Si vas a la alberca con tu pareja, pídele que te sostenga mientras tú flotas estirada. Relaja todas tus tensiones corporales y déjate mecer por el agua dulcemente, procurando respirar lentamente y visualizar al pequeño.

> Si tienes confianza con el agua, puedes sumergirte completamente y ponerte en posición fetal cabeza abajo y con los ojos cerrados. Así, vivirás las mismas sensaciones que el pequeño y te sentirás identificada con él.

> Hacia el final del embarazo, podrás revivir el momento del nacimiento. Sumérgete en el agua por completo y, poco a poco, vuelve a la superficie y fíjate en tus sensaciones: la luz cada vez más intensa, la diferencia de temperatura, los sonidos cada vez más fuertes, etc. El vínculo con tu hijo será cada vez más profundo, porque habrás experimentado sus mismas emociones al venir al mundo.

 

XSALUDX

Embarazo sin riesgos

¿Has pasado la rubéola, la toxoplasmosis o el citomegalovirus? Si es así, no debes preocuparte. Si, en cambio, no eres inmune a estas infecciones, debes protegerte en el embarazo. Veamos cómo hacerlo y qué hacer en caso de contagio.

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Muchas futuras mamás que se han contagiado de alguna infección de riesgo en el embarazo acuden a los centros médicos muy preocupadas. Sin embargo, la mayoría de las veces, el feto no ha sufrido la infección y está bien. Para descartar este tipo de afectaciones en el feto, existen centros especializados en el diagnóstico y en el tratamiento de infecciones congénitas, desde la rubéola a la toxoplasmosis, es decir, las infecciones contraídas por la mujer durante el embarazo y transmisibles al feto, tan temidas por sus posibles consecuencias, que no siempre son fáciles de valorar.

> Si una futura mamá sufre una infección, en el 10% de los casos, se la transmite al feto, si bien raramente con resultados graves. Hoy en día, disponemos de instrumentos de diagnóstico que detectan con precisión si la infección se ha transmitido al feto y cuándo lo ha hecho, o si, por el contrario (la mayoría de las veces), la placenta materna ha logrado actuar de barrera protectora.

> ¿Qué hay que hacer cuando se sospecha de una infección en el embarazo? Hay que dirigirse a un laboratorio u hospital, donde se puede efectuar un diagnóstico preciso mediante instrumentos moleculares, como el estudio del genoma del virus a partir de la extracción de líquido amniótico. Contar con un diagnóstico certero, en general, tranquiliza a la mamá con respecto a la salud del feto. En cambio, si la infección ya se ha transmitido, en muchos casos, se pueden efectuar tratamientos específicos, y hay que prepararse de forma adecuada para controlar bien al bebé después de nacer. Veamos cuáles son los agentes infecciosos más comunes y las posibles estrategias de defensa.

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CITOMEGALOVIRUS (CMV)
Afecta al 1-3% de los recién nacidos. La transmisión se debe a una infección materna primaria (es decir, contraída por la mujer por primera vez). Normalmente, la infección pasa inadvertida o se manifiesta con síntomas similares a los del resfriado (fiebre, dolor de garganta, ganglios inflamados y fatiga). Los daños que puede provocar al feto (mayores cuanto más precoz es la etapa del embarazo en la que se produce el contagio) afectan, principalmente, al sistema nervioso central. Se pueden manifestar trastornos como sordera, defectos visuales y del desarrollo psicomotor.

> La prevención. Si la mujer se contagió antes de quedar embarazada (se puede averiguar mediante un simple análisis de sangre), una segunda infección durante el embarazo no tiene por qué ser preocupante. Los anticuerpos impiden la transmisión del virus al feto. En caso contrario, dada la ausencia de una vacuna, se debe reducir la posibilidad de contagio, evitando el contacto con materiales orgánicos humanos (saliva, orina, esperma y lágrimas) y cuidando la higiene personal (lavarse las manos a menudo es la primera medida preventiva, pero también es recomendable utilizar los baños públicos con prudencia). Además, es preciso realizarse análisis de sangre periódicos.

> Si el contagio ya se produjo, en caso de infección primaria, es necesario acudir a un laboratorio, donde se efectúe una investigación cuantitativa del genoma (el patrimonio genético) del virus en el líquido amniótico (extraído mediante amniocentesis), para comprobar si la infección se transmitió al feto. Si el análisis da un resultado negativo, la futura mamá puede estar tranquila y excluir la infección congénita con una probabilidad del 100%. También se obtienen resultados muy tranquilizadores cuando se encuentran cantidades bajas del virus: en este caso, el bebé se infectará, pero será asintomático, por lo que no sufrirá daños. En cambio, si se detecta una cantidad de virus elevada, significa que el feto corre el riesgo de desarrollar una infección sintomática. En este caso, la futura mamá puede formar parte de una experimentación clínica de tratamiento con gammaglobulina hiperinmune (llevada a cabo en algunos centros hospitalarios y universidades), que, al neutralizar el virus, podría reducir el daño al feto. Si el diagnóstico se efectúa después del nacimiento, los recién nacidos se someten a exámenes muy exhaustivos, y existen tratamientos que pueden minimizar los daños causados.

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TOXOPLASMOSIS
Esta infección afecta a entre uno y cuatro de cada 1,000 recién nacidos. Está provocada por el Toxoplasma gondii, un protozoo que se reproduce en el intestino de los gatos. Los ooquistes (los huevos que contienen las esporas del parásito), emitidos con las heces, permanecen infectados durante cerca de un año, y su ingestión es una de las formas de contagio más frecuentes (por ejemplo, a través del consumo de verduras crudas que hayan permanecido en contacto con las esporas, o bien de carne cruda o poco hecha de cordero, cerdo o buey).

> La prevención. Si la mujer no ha sufrido la infección (se descubre con un análisis de sangre) en el embarazo, debe lavarse muy bien las manos después de manipular carne o verdura, debe evitar el consumo de carne cruda o poco cocida, así como el contacto con gatos callejeros y con materiales que puedan contener heces de gato. ¿Qué hay que hacer si hay un gato en casa? Si el animal no sale nunca de casa y solo come pienso y latas para gatos, no hay ningún problema. En cambio, si el gato tiene contacto con otros gatos y se alimenta con carne cruda o poco hecha, durante los meses de embarazo, es conveniente no cargarlo en brazos y procurar que le limpie la caja otra persona. El análisis de sangre que detecta los anticuerpos de la toxoplasmosis debe repetirse conregularidad.

> Si el contagio ya se produjo, los centros especializados pueden determinar si la infección es anterior al embarazo (en este caso, no hay ningún peligro), o si, en cambio, está en curso, con la posibilidad de que pueda transmitirse al feto. El riesgo de contagio aumenta en función de la edad gestacional (15% en el primer trimestre; 30% en el segundo; y 60% en el tercero). No obstante, son los bebés infectados en las primeras semanas de embarazo los que pueden sufrir las consecuencias más graves (como el aborto espontáneo). Actualmente, en caso de contagio, existen tratamientos antimicrobianos muy válidos y bien tolerados por parte de la mamá y del feto. Con las actuales posibilidades de diagnóstico y tratamiento, al menos el 90% de los niños con toxoplasmosis congénita nacen sin síntomas evidentes y no sufren daños permanentes.

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RUBÉOLA
Esta enfermedad afecta a uno de cada cien mil recién nacidos y está causada por un virus (Togavirus), que se transmite inhalando las gotitas de saliva difundidas en el aire por los enfermos, o bien por el contacto directo con sus secreciones nasofaríngeas. Si la futura mamá se contagia precozmente en el embarazo, se puede producir un aborto espontáneo, o bien el bebé puede nacer con cataratas, sordera, trastornos cardíacos y otras complicaciones.

> La prevención. A diferencia de otras infecciones congénitas, se puede prevenir a través de una vacuna (virus atenuado) eficaz y segura. Esta vacuna ha hecho desaparecer las grandes epidemias de rubéola que se daban en el pasado, si bien, todavía quedan algunos focos localizados.

> Si el contagio ya se produjo, en el caso de las mujeres que ya han padecido la enfermedad o que ya están vacunadas, la infección no debe preocupar. Si el embarazo se programa, es aconsejable realizarse unos análisis de sangre antes de intentar la concepción. Si la mujer es seronegativa, es oportuno administrarle la vacuna antes de comenzar el embarazo. En cambio, si la mujer ya está embarazada, no se le puede poner la vacuna, por lo que es preciso que adopte ciertas medidas de higiene y de comportamiento, con el fin de reducir la posibilidad de contagiarse (ser cuidadosa cuando esté en contacto con niños y lavarse las manos muy bien y a menudo), así como someterse periódicamente a análisis de sangre. Si se detecta una rubéola en curso durante el embarazo, los centros especializados pueden comprobar si se ha transmitido al feto (a través del análisis de líquido amniótico y de sangre fetal). De todos modos, por el momento, no existe un tratamiento que se pueda seguir durante el embarazo ni después del nacimiento.

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Nadar con la pancita

¿Puedes nadar en el embarazo? ¡Por supuesto que sí! Pero debes elegir el estilo adecuado para no someter a la espalda a un estrés excesivo. Te damos unos consejos.

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Nadar es un ejercicio súper completo e ideal durante el embarazo: tonifica y relaja al mismo tiempo, y es seguro, ya que no existe el peligro de caerse y hacerse daño. Además, en el medio acuático, la pancita pesa menos, por lo que no sobrecarga la columna vertebral ni las articulaciones, lo que proporciona una sensación de ligereza inmediata. Sin embargo, es preciso tomar algunas precauciones, sobre todo, porque, más o menos, todos los estilos tienden a hacer arquear la espalda, una postura contraindicada en el embarazo, cuando el peso de la pancita ya tiende de por sí a desplazar la columna hacia delante, provocando una contracción forzada de los músculos que la sostienen. La actividad deportiva debe ayudar a relajar esta musculatura y a corregir la lordosis, es decir, la curvatura excesiva de la espalda, con el fin de prevenir y aliviar los posibles dolores de espalda. Te explicamos, a continuación, cómo adaptar los estilos de natación a medida de las futuras mamás.

ESTILO LIBRE O CROL
Además de realizar un buen trabajo de hombros y de brazos, la amplitud de las brazadas permite estirar la columna vertebral y distender los músculos de la espalda, proporcionando alivio para las posibles contracturas. Requiere más esfuerzo que el estilo de espalda y puede practicarse al inicio del entrenamiento como calentamiento. ¿Una posible variante? Prueba con este ejercicio, muy útil para aprender a controlar la respiración: moviendo las piernas y manteniendo los brazos estirados hacia delante, apoyada en una tabla o un corcho, inhala (diciendo mentalmente 1,001) y exhala en dos tiempos (diciendo 1,002 y 1,003). A continuación, inhala en dos tiempos y espira en cuatro; después, en tres y en seis; en cuatro y en ocho. Seguidamente, hazlo en sentido inverso (cuatro y ocho, tres y seis, etc.).

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ESPALDA o “MUERTITO”
Es sencillo y muy relajante, ya que no requiere la respiración subacuática. Se puede practicar de la manera tradicional, o bien con brazada doble.
Para que el ejercicio no resulte demasiado fatigoso y la espalda se encorve menos, se puede nadar colocando un tubo flotante por detrás del cuello, con los brazos a lo largo del cuerpo. Otra variante consiste en realizar solo los movimientos con los brazos, colocando el tubo por debajo de las piernas, a la altura de las rodillas, para no curvar tanto la espalda y evitar un esfuerzo excesivo.

ESTILO PECHO
Es un estilo poco indicado en el embarazo porque la columna vertebral siempre queda arqueada,
acentuando la tendencia natural a la lordosis típica de la gestación. Además, el estilo pecho hace trabajar mucho los músculos abductores (la cara interna de los muslos) y, por reflejo, también el suelo pélvico, una zona que conviene tonificar, es cierto, pero sin reforzarla en exceso, porque, de lo contrario, puede perder elasticidad, cosa nada conveniente de cara al parto, momento en el que el periné debe poder relajarse para el nacimiento del bebé.
Existen variantes suaves de este estilo. Se puede hacer la rana estando de pie en el agua, con las piernas bien abajo, para aprovechar la presión hidrostática. Aún mejor, se puede nadar alternando las piernas, para no arquear la espalda. Asimismo, el pecho “al revés” resulta muy beneficioso para distender los músculos: se practica de espaldas y desplazándose hacia atrás, con una brazada doble. Hacia el final del entrenamiento, se pueden apoyar los brazos en un tubo flotante, colocado por detrás de la espalda, para que el ejercicio sea más ligero.

ESTILO MARIPOSA
Este estilo de natación está totalmente desaconsejado en el embarazo,
tanto porque requiere un gran esfuerzo como porque también se necesita una técnica perfecta, que, quizás, solo quienes han nadado durante años conocen bien.

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ENTRENAMIENTO A MEDIDA
Tomando las precauciones indicadas, se puede empezar a nadar en cualquier momento del embarazo, y seguir hasta las últimas semanas, sin que existan contraindicaciones particulares, a menos que surjan problemas que impidan llevar a cabo actividad física, como una amenaza de aborto o riesgo de parto prematuro.
No obstante, se deberá llevar un ritmo más bien suave, agradable, que no fatigue y no provoque jadeo. En consecuencia, el número de posiciones para cada estilo y el ritmo variarán en función del estado de forma de cada futura mamá. Es preferible no nadar siempre de la misma manera, sino alternar los estilos espalda, pecho y crol, siguiendo también las variantes suaves que hemos descrito anteriormente. De esta manera, los músculos de la espalda se relajan y el ejercicio no requiere un excesivo esfuerzo. Al término del entrenamiento, resérvate diez minutos para la relajación.

ALGUNOS EJERCICIOS
> Colócate el tubo por debajo de las piernas y balancéate, como si te estuvieras columpiando.
> Pedalea en posición vertical, subida en el tubo a caballo, mientras mueves los brazos como en el estilo de pecho.
> Apoya las manos y los pies en el borde de la alberca, manteniendo las piernas separadas y los brazos extendidos en el agua. Colócate el tubo debajo de la pancita, a la altura de la fosa ilíaca, y apóyate con las manos en el borde de la alberca, con la cara en el agua. En los últimos meses, no se puede estar boca abajo, así que el hecho de poder estar un ratito en esta posición resulta muy relajante.
> Para un entrenamiento eficaz, basta una hora de natación dos o tres veces a la semana. Si tienes tiempo y ganas, puedes nadar todos los días; lo importante es que la actividad siempre sea moderada.
> La natación es una actividad excelente después del parto, porque ayuda a devolver el tono a los tejidos, alivia el cansancio y recupera la musculatura perdida. Asimismo, es una buena actividad para las mamás que dan el pecho, puesto que alivia el estrés, que influye en la actividad de la prolactina, la hormona que produce la leche.

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