Semana 20

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Ya estás en la SEMANA 20
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BEBÉ
Tu pequeño empieza a seguir un ritmo propio de sueño y vigilia (que, muchas veces, no se corresponde con nuestro ritmo habitual). El pequeño ya mide 25 centímetros y pesa más de 260 gramos. Si es una niña, su útero ya se está formando.

MAMÁ
En esta semana, a muchas mujeres les sucede una cosa curiosa: el ombligo “se sale” y se vuelve puntiagudo. El estómago está comprimido, por lo que disminuye de volumen y resulta necesario fraccionar más las comidas a lo largo del día. Por lo tanto, es aconsejable comer poco y a menudo.

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XEXÁMENESX

Ecografía morfológica: 10 respuestas a tus dudas

¡Estás en la mitad de tu embarazo! Ha llegado el momento de realizar una de las ecografías más importantes, la que determinará el sexo de tu bebé y permitirá comprobar si todo va bien. ¡Todo lo que debes saber sobre esta prueba!

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1 ¿EN QUÉ MOMENTO DEL EMBARAZO SE REALIZA Y PARA QUÉ SIRVE?
> La ecografía morfológica se efectúa, preferiblemente, entre las semanas 19 y 21 de gestación, y constituye la ecografía del segundo trimestre de embarazo. Se efectúa en estas semanas para permitir a la pareja conocer a tiempo la situación, en caso de presentarse problemas graves. El examen no solo sirve para valorar la anatomía del feto, por lo que la definición “morfológica” no es del todo exacta. Su finalidad también es la de determinar el número de fetos, comprobar la presencia de actividad cardíaca fetal, establecer la edad gestacional, localizar la placenta y comprobar la cantidad de líquido amniótico.

2 ¿SE REQUIERE UN APARATO ESPECIAL?
> No, el único requisito tecnológico es que el ecógrafo esté provisto de una sonda abdominal con una frecuencia mínima de 3.5 Mhz, aunque, incluso los centros más modestos, disponen de un aparato así.

3 ¿DÓNDE SE REALIZA?
> Habitualmente, es el ginecólogo quien indica dónde acudir, sea a través de instituciones públicas o privadas. En muchas ocasiones, estas exploraciones se derivan a hospitales concertados.

4 ¿CÓMO SE EFECTÚA Y CUÁNTO DURA?
> Es un examen no invasivo, indoloro y de rápida y, relativamente, sencilla ejecución. Después de aplicar un poco de gel sobre la pancita de la mamá, el médico pasa una sonda que emite ultrasonidos. Al pasar a través de las paredes del útero, estas ondas se reflejan de distinto modo en función del tipo de tejido que encuentran. Esto permite elaborar con precisión la imagen del futuro bebé, que se ve en la pantalla de una computadora. También se efectúan mediciones como: la longitud del fémur y del húmero, la circunferencia del cráneo y la abdominal y la distancia entre las orejas (diámetro biparietal). Dura unos 20 minutos.

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5 ¿QUÉ SE DIAGNOSTICA?
> La denominada ecografía morfológica de primer nivel, la que todas las mujeres se realizan en el segundo trimestre de embarazo, no es un examen diagnóstico, sino un estudio de monitorización, dirigido a identificar los casos que requieren un estudio en mayor profundidad. Es un examen que se basa en hallazgos probabilísticos: las medidas del feto que toma el médico se comparan con parámetros predefinidos para la edad gestacional determinada. Por lo tanto, es inevitable que la experiencia y la destreza del ecografista sean factores determinantes. Asimismo, hay que tener presente que el feto está en continua evolución y que algunas malformaciones podrían desarrollarse después de haber realizado el examen. Por todos estos motivos, la sensibilidad de la ecografía morfológica, es decir, la capacidad del test de identificar a los fetos que presentan posibles anomalías, es variable. Según los últimos estudios, teniendo en cuenta los diferentes órganos y aparatos, la sensibilidad media se sitúa entre el 38 y el 61%. Sobre todo, se identifican patologías del sistema nervioso central, mientras que las relacionadas con el aparato cardiovascular y esquelético se detectan en menor medida.

6 ECOCARDIOGRAFÍA: ¿SE DEBE COMBINAR CON LA MORFOLÓGICA?
> Con la ecografía morfológica, se pueden detectar hasta el 40% de las anomalías cardíacas.
Si el ecografista logra visualizar el cruce de los grandes vasos sanguíneos (aorta y arteria pulmonar), su “predictividad” (la probabilidad de que un individuo positivo en un test de monitorización esté, efectivamente, enfermo) asciende al 80%.
Solo en caso de que se detectaran anomalías o existieran dudas, sería oportuno recurrir a la ecocardiografía fetal, que es el estudio del corazón realizado por un especialista, por medio de una sonda específica.

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7 SI LA ECOGRAFÍA REVELA POSIBLES COMPLICACIONES, ¿QUÉ OTRAS PRUEBAS SON NECESARIAS?
> Seguramente, estudios ecográficos más exhaustivos. En estos casos, se habla de diagnóstico propiamente dicho. La ecografía de segundo nivel es un examen bajo prescripción, encaminado a resolver una cuestión específica. El médico que ha efectuado el examen de primer nivel deriva a la futura mamá a un centro especializado que dispone de aparatos ecográficos más sofisticados. Las indicaciones para el segundo nivel son múltiples: sospecha de malformación, hallazgo de soft markers, es decir, parámetros que estadísticamente se asocian a patologías (como el espesor del pliegue nucal, que puede hacer sospechar de síndrome de Down), control del crecimiento fetal, reducción o exceso de líquido amniótico y otros.
La ecografía de tercer nivel es aún más especializada. El examen se realiza por parte de un especialista en medicina fetal (un médico obstetra), con el asesoramiento de profesionales de distintas especialidades (en función de la malformación detectada), convocados para completar el diagnóstico prenatal y para establecer una continuidad en el tratamiento después del nacimiento.

8 3D, 4D y 5D: ¿CUÁNDO ESTÁN RECOMENDADAS?
> Utilizando la tecnología 3D, el aparato memoriza un cierto número de fotogramas y efectúa el denominado rendering, que permite obtener una imagen tridimensional detallada y muy similar a la original. No obstante, se trata de una representación estática. Por el contrario, con las ecografías 4D, se puede visualizar la imagen tridimensional en movimiento y en tiempo real, así como en la 5D. Desde el punto de vista del diagnóstico, pueden ser útiles en algunos casos para visualizar mejor la entidad de una malformación, como en el caso del labio leporino, o en presencia de anomalías esqueléticas.

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9 ¿PUEDE SUCEDER QUE ESTA ECOGRAFÍA NO DETECTE ALGUNOS DEFECTOS EVIDENTES?
> Con la ecografía morfológica, solo se pueden detectar algunas de las más de tres mil malformaciones posibles (aunque suelen ser las más importantes). El hecho de no poder diagnosticar una anomalía, además de la pericia del médico y de la instrumentación adecuada, también depende de la ecogenicidad de la paciente, es decir, del grado de idoneidad de sus tejidos a la hora de reflejar los ultrasonidos. Por ejemplo, en las mujeres obesas, se pueden dar dificultades. Pero también influyen la cantidad de líquido amniótico y, sobre todo, la posición del feto. Asimismo, algunas patologías se desarrollan a posteriori, en el tercer trimestre, como la microcefalia o algunas displasias esqueléticas.

10 CON LA ECOGRAFÍA MORFOLÓGICA, ¿ES POSIBLE EFECTUAR OTROS EXÁMENES?
> En algunos casos, la ecografía se puede combinar con una velocimetría doppler de las arterias uterinas.
Se trata de un examen de segundo nivel que solo está indicado en algunas circunstancias, es decir, cuando existen problemas en la futura mamá; por ejemplo, si sufrió preeclampsia en un embarazo anterior o si ha tenido un hijo con retraso de crecimiento intrauterino. La ecografía doppler sirve para valorar los flujos sanguíneos de la placenta, del bebé y de las arterias uterinas. Por lo tanto, determina si el feto está en condiciones de crecer con normalidad.

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La fluxiometría Doppler en 8 preguntas

Este es otro examen importante que tu médico te realizará en estas semanas, probablemente, al mismo tiempo que te efectúa la ecografía morfológica. Te ayudamos a entender mejor en qué consiste respondiendo a las ocho dudas más frecuentes.

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Se trata de una técnica ecográfica no invasiva, que permite controlar la dirección y la velocidad del flujo sanguíneo en los vasos de la madre y del feto. Actualmente, la fluxiometría Doppler es el instrumento más importante para saber si el niño está bien; además, en caso de embarazo de riesgo, ayuda a establecer el momento en el que debe inducirse el parto.

1 ¿QUÉ REVELA?
> El examen proporciona datos sobre la circulación de la sangre en los vasos maternos y fetales, con la finalidad de identificar posibles alteraciones que pueden causar daños irreversibles al feto. Si el flujo es regular, significa que el pequeño se encuentra bien, está bien nutrido y oxigenado. Si, por el contrario, el flujo está alterado, quiere decir que el niño no recibe ni la cantidad de sustancias nutritivas ni el oxígeno que necesita. El crecimiento del feto, por lo tanto, se ralentiza y puede producirse una hipoxia crónica (es decir, un estado de carencia de oxígeno). En esta situación, es necesario que el niño nazca de forma prematura.

2 ¿EN QUÉ CONSISTE?
> La fluxiometría Doppler se basa en el mismo principio que la ecografía:
una sonda emite un haz de ultrasonidos, que genera ecos más o menos intensos según el tejido con el que se encuentra. Con esta técnica, se analiza el organismo humano. En concreto, en el examen fluxiométrico, se examinan los vasos maternos y fetales, por los cuales circulan millones de glóbulos rojos en movimiento. Por un efecto descubierto en la primera mitad del siglo XIX por Christian Johann Doppler, la frecuencia del eco cambia incluso si el objeto encontrado está en movimiento: el análisis de los ecos permite, de este modo, medir la velocidad y la dirección del flujo sanguíneo.

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3 ¿CÓMO SE DESARROLLA?
> El examen se realiza con la ayuda de una sonda abdominal y, en el caso de que el ginecólogo lo considere necesario, de una sonda transvaginal. Dura en torno a 5-10 minutos y no provoca ninguna molestia a la futura mamá. Siempre debe ser efectuado por un experto.

4 ¿CUÁNDO SE REALIZA?
> Normalmente, se practica durante la ecografía morfológica,
en el segundo trimestre, entre la semana 19 y 21 de gestación, y cuando se realiza la ecografía del tercer trimestre, a partir de la semana 32. En el segundo trimestre, se analizan las arterias uterinas; además, a través de este examen, es posible valorar el riesgo de que surjan determinados problemas, como una gestosis (una enfermedad del embarazo que podría comportar graves consecuencias para la madre y el feto) o un retraso en el crecimiento del feto. En el tercer trimestre de embarazo, en cambio, se examinan las arterias umbilicales, con la finalidad de comprobar que no haya resistencias en los vasos que impidan el paso de la sangre.

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5 ¿QUÉ HACER SI EL FLUJO ESTÁ ALTERADO?
> En este caso, el bienestar del feto debe monitorizarse constantemente: es decir, la fluxiometría debe repetirse a intervalos más cortos (una vez cada 15 días o, en los casos más graves, una vez al día), para comprobar que las resistencias no aumenten y que el flujo sanguíneo no se altere.

6 ¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DE UN REDUCIDO CRECIMIENTO DEL FETO?
> El escaso desarrollo intrauterino puede estar relacionado con una insuficiencia placentaria. La placenta es el órgano encargado de la transmisión de oxígeno y de sustancias nutritivas, indispensables para el proceso de crecimiento y de mantenimiento del bienestar del niño: si no funciona de manera adecuada, el crecimiento se ralentiza. Esto sucede, por ejemplo, cuando la futura mamá sufre hipertensión: en este caso, el organismo pone en circulación hormonas que causan un aumento de la presión y un estrechamiento de los vasos, provocando una pérdida de elasticidad de las arterias. Como consecuencia, los flujos se alteran y al niño no le llegan las sustancias necesarias para crecer.
> Un reducido desarrollo del feto también puede depender de patologías de tipo genético que, a veces, no permiten la supervivencia del niño. En este caso, también se puede crear una alteración de los flujos sanguíneos. Otro factor que podría provocar un desarrollo anómalo del feto (pero esta vez en exceso) es una marcada intolerancia a los azúcares: las arterias se modifican, provocando una alteración de los flujos sanguíneos.

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7 ¿QUÉ CASOS HAY QUE CONTROLAR?
> Se deben monitorizar con atención,
mediante una fluxiometría seriada, todos los embarazos que presenten una patología del crecimiento: un retraso (hipodesarrollo) o un desarrollo excesivo (macrosomía). Estos problemas pueden identificarse con las ecografías del segundo y del tercer trimestre, durante las cuales se calculan las medidas del niño, comparando los datos con los parámetros estándares de crecimiento.

> Este examen también debe efectuarse con frecuencia en aquellas mujeres que sufren hipertensión arterial o una marcada intolerancia a los azúcares (llamada diabetes gestacional), y en las que, durante un embarazo anterior, sufrieron hipertensión, gestosis, o el feto padecía una cromosomopatía.

8 ¿CÓMO ACTUAR SI EL FETO ESTÁ EN RIESGO?
> En este caso, hay que identificar el momento más adecuado para inducir el parto.
Uno de los instrumentos que permite conocerlo es, precisamente, la fluxiometría Doppler de las arterias uterinas, umbilicales y cerebrales. Otros indicios importantes son el crecimiento del niño, el nivel del líquido amniótico y la salud de la madre. Si la mujer tiene la presión alta, es importante inducir el parto antes de que surjan graves complicaciones.

 

XSALUDX

10 cuestiones de peso

A estas alturas del embarazo, ¿has aumentado mucho de peso? ¿Crees que ahora debes comer por dos? ¿Si comes mucho, el feto crecerá más? Aclaramos los tópicos más frecuentes sobre este tema.

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1 EL AUMENTO DE PESO ACONSEJADO NO ES IGUAL PARA TODAS
> No existe un aumento de peso “ideal” para todas las futuras mamás, puesto que es preciso valorar el peso de la mujer antes de iniciar el embarazo. En líneas generales, si la mujer tiene un peso normal, el aumento total puede oscilar entre 8 y 12 kilos. Sin embargo, si, al inicio de la gestación, la mujer estaba por debajo del peso normal, es lícito que aumente algún kilo más, mientras que las que empiezan con exceso de peso deberán prestar más atención a la báscula. Por esta razón, desde la primera visita, el ginecólogo hace subir a la futura mamá a la báscula, para anotar su peso de partida y prever, a grandes rasgos, cuál deberá ser su aumento de peso en los nueve meses.

2 NORMALMENTE, SE AUMENTA UN KILO POR MES
> Se suele decir que, en el embarazo, se gana un kilo por mes. En realidad, el aumento no es tan rígido y constante. Por ejemplo, en el primer trimestre, hay mamás que no aumentan ni un gramo (sobre todo si sufren náuseas o vómitos que, ciertamente, no invitan a comer demasiado), mientras que hay otras que solo ganan uno o dos kilos. Todo esto entra dentro de la normalidad, porque, en la segunda parte del embarazo, el peso empieza a aumentar de verdad, en 1.5-2 kilos al mes. No obstante, este aumento tampoco es constante e igual en todas las mujeres.

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3 EN LOS NUEVE MESES, LA NECESIDAD DE CALORÍAS NO SE DUPLICA 
> Antes, se pensaba que la embarazada tenía que “comer por dos”, con el fin de garantizar el alimento apropiado tanto para ella como para el bebé. En realidad, es suficiente con aumentar el aporte calórico diario en unas 300-400 calorías, pasando de las 2,000 calorías, que, en promedio, constituyen la necesidad diaria de una mujer adulta, a 2,300-2,400. No es necesario dar un vuelco a los hábitos alimentarios, sino, simplemente, seguir una dieta variada y equilibrada, que incluya los principales nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, grasas y oligoelementos). El mejor modelo sigue siendo nuestra clásica dieta mediterránea.

4 LOS KILOS QUE SE GANAN EN EL EMBARAZO SE PUEDEN PERDER
> Si los kilos que se adquieren están dentro de los límites, después del parto, no se tendrá ninguna dificultad para recuperar el peso inicial. En cuestión de unas semanas, el depósito de lípidos acumulados en el embarazo se elimina sin problemas, la retención de líquidos se reduce, el volumen plasmático disminuye y el útero recupera su tamaño original. En definitiva, todo vuelve a la normalidad. Para recuperar el peso de forma más rápida, lo mejor es realizar una actividad física moderada (pasear empujando el cochecito del bebé es ideal) y dar el pecho al pequeño. Muchas mujeres están convencidas de que la lactancia engorda y, en cambio, es totalmente al revés, puesto que la producción de leche comporta un gasto energético de unas 500 calorías diarias.

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5 NO ES NECESARIO TOMAR SUPLEMENTOS ALIMENTICIOS
> Si la mamá se alimenta de forma equilibrada, no hay necesidad de tomar ningún tipo de complemento, aparte del ácido fólico, que se prescribe a la mujer desde unos meses antes de la concepción, con el fin de prevenir posibles defectos del tubo neural en el feto, como la espina bífida. Distinto es el caso en el que ya existen carencias de determinados nutrientes desde el inicio de la gestación. Si, por ejemplo, la mujer es alérgica a la leche y a sus derivados, el ginecólogo le prescribirá un complemento de calcio. Si los análisis de sangre determinan que la futura mamá tiene anemia, será oportuno que tome un suplemento de hierro. Sin embargo, se trata de casos concretos, no de la norma. También los ácidos grasos Omega 3, que cada vez más estudios demuestran que influyen favorablemente en el desarrollo cerebral del niño, se pueden encontrar en el pescado, sin necesidad de recurrir a ningún fármaco.

6 EL AUMENTO DE PESO NO ESTÁ DETERMINADO POR EL FETO Y LA PLACENTA
> El feto y la placenta solo representan una tercera parte del peso total,
dado que, al nacer, el bebé pesa en promedio tres kilos. Por su parte, la placenta alcanza unos 300-500 gramos al final del embarazo. ¿De dónde viene el resto? Se puede sumar muy fácilmente: además del líquido amniótico, que, en el noveno mes, es de cerca de medio litro, hay que tener en cuenta el aumento de volumen plasmático, es decir, de la parte líquida de la sangre, que, al término de la gestación, aumenta en 1.5-2 litros. Además, está el útero, que, en las últimas semanas de embarazo, puede alcanzar un kilo de peso. Otros tres o cuatro kilos están constituidos por el tejido adiposo que, desde el principio, el organismo materno produce para garantizar una reserva suficiente de lípidos. Asimismo, se añade el volumen del tejido glandular mamario, que se dobla en el embarazo, con el fin de preparar el pecho para la producción de leche, con un aumento variable en función del peso individual de partida. Completa el cuadro una mayor retención de líquidos, que, dentro de ciertos límites, se considera fisiológica, sobre todo en la recta final.

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7 GANAR MUCHOS KILOS NO SOLO REPRESENTA UN PROBLEMA ESTÉTICO
> Es indudable que, cuantos más kilos se ganan en el embarazo, más difícil es eliminarlos después del parto.
No obstante, el problema no solo es de tipo estético: cuanto más aumenta de peso la mujer, más propensa será a sufrir los trastornos típicos del embarazo, como venas varicosas, hemorroides o dolor de espalda. Pero, sobre todo, la dilatación y el parto podrían ser más dificultosos, lo que haría más probable tener que recurrir a maniobras obstétricas para ayudar a nacer al bebé, como la aplicación de la ventosa, el fórceps o el recurso a la cesárea. Esto no se debe tanto al tamaño del bebé como a las mayores dificultades de la mamá, debido a un organismo menos ágil y a la mayor sensación de fatiga. En definitiva, la mamá con sobrepeso participa menos activamente y soporta mal el esfuerzo del parto. Por último, una mujer obesa tiene más probabilidades de sufrir ciertas patologías del embarazo, como diabetes gestacional, hipertensión y preeclampsia.

8 EL BEBÉ NO CRECE MÁS SI LA MAMÁ GANA MUCHO PESO
> No existe una relación lineal entre el incremento de peso de la mamá
y el crecimiento fetal, porque lo que aumenta es el tejido adiposo materno, mientras que el niño sigue tomando únicamente el alimento necesario para crecer. En algunos casos, puede darse, incluso, el caso contrario: algunas patologías a las que se puede enfrentar una futura mamá con sobrepeso, como la preeclampsia o la diabetes gestacional, podrían provocar, incluso, un menor crecimiento del bebé, porque la placenta funciona mal y no nutre al feto de forma eficaz.

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9 AUNQUE LA MAMÁ GANE POCO PESO, EL BEBÉ CRECE CON NORMALIDAD
> Ante esta circunstancia, es preciso hacer una distinción. Hay mujeres que se alimentan normalmente de forma equilibrada y, gracias a un metabolismo “afortunado”, por decirlo así, no aumentan más de seis o siete kilos al final del embarazo. En este caso, el crecimiento del bebé y su peso al nacer serán absolutamente normales, porque todas sus necesidades nutricionales se han satisfecho. Distinto es el caso de las futuras mamás que se alimentan por debajo de sus necesidades, como las que sufren anorexia o las que viven en los países del tercer mundo, que pueden enfrentarse a carencias nutricionales graves, lo que redundaría en un escaso crecimiento del feto.

10 NO HAY QUE PESARSE TODAS LAS SEMANAS
> Los factores que pueden influir en un mayor o en un menor aumento de peso son numerosos: algunos días, las náuseas provocarán una disminución del apetito; otras veces, se producirá una mayor retención de líquidos. Por esta razón, un control más frecuente solo puede provocar una ansiedad injustificada. Por regla general, pesarse una vez al mes durante la visita ginecológica de control es más que suficiente. Si bien es correcto controlar el peso y evitar comer por dos, también es cierto que la báscula no se debe convertir en una obsesión y que no hay que pretender alcanzar la perfección: la regla básica debe ser siempre el sentido común.

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Cómo combatir el dolor de espalda

¿Has empezado a tener molestias en la espalda? Se trata de un trastorno absolutamente normal en el embarazo, que se intensifica a medida que la pancita crece. Te ofrecemos algunos consejos para prevenir o aliviar tu malestar.

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A menudo, la sensación de pesadez se presenta de repente, al levantarte de la cama o cargar peso. Esta molestia, seguramente experimentada semanas atrás de forma más leve, se transforma entonces en una punzada intensa en la espalda. A partir de este momento, cualquier movimiento se hace con mucha precaución y lentitud, para evitar nuevas contracturas dolorosas. Los médicos definen este trastorno como “lumbalgia del embarazo”.

UN TRASTORNO MUY COMÚN
A partir del sexto mes de embarazo, el dolor de espalda se considera fisiológico.
Normalmente, la columna vertebral no es recta; sus curvas empujan el abdomen y la cabeza hacia delante, y el dorso ligeramente hacia atrás, con el fin de bajar el centro de gravedad y permitir que el cuerpo pueda permanecer de pie sin gastar demasiada energía.
> No obstante, la situación cambia durante el embarazo. La futura mamá tiende a echar el abdomen hacia delante para mantener el equilibrio, acentuando la curvatura natural de la parte baja de la espalda. Esto hace que los músculos abdominales y paravertebrales, situados a ambos lados de la columna, estén continuamente contraídos, provocando dolores cuando se permanece de pie bastante tiempo. En consecuencia, muchas mujeres llegan a sufrir dolores agudos (auténticas lumbalgias) a pesar del aumento de elasticidad de los tejidos típico del embarazo. De hecho, un estudio de la Universidad de Hong Kong (China), efectuado entre un grupo de mujeres que sufrían dolores de espalda en su séptimo mes de embarazo, demostró que el dolor casi nunca se debe a un problema en las vértebras, sino a la flexibilidad de las articulaciones y los ligamentos de la pelvis y de la región lumbar, estimulada, precisamente, por las hormonas del embarazo.

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CONSEJOS PARA PREVENIR EL DOLOR
Con frecuencia, para evitar o atenuar el dolor de espalda, basta con seguir algunos sencillos consejos.
> Si es posible, se debe acudir a un curso de gimnasia ligera o de stretching desde los primeros meses de embarazo, con el fin de reforzar los músculos.
> Asimismo, conviene acostumbrarse a mantener una postura correcta cuando se deba permanecer de pie durante un cierto tiempo, desplazando un poco la pelvis hacia delante y equilibrando continuamente el peso de una a otra pierna.

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Stretching en 10 pasos

¿Notas que tus músculos están contraídos y que te duele la espalda? ¡Prueba con el stretching? Es un tipo de gimnasia suave que te ayuda a adquirir una mayor elasticidad y ejercitar los músculos de cara al parto, proporcionándote una sensación de bienestar.

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1 ¿EN QUÉ CONSISTE?
Stretching es una palabra inglesa que significa “estiramiento”, “distensión”. Esta gimnasia no tiene como finalidad el consumo de calorías, o el aumento de la masa muscular, sino una mejor elasticidad de los músculos y de las articulaciones, eliminando las contracciones debidas al estrés, al cansancio o, en el caso de las futuras mamás, al peso de la pancita, que desequilibra todo el cuerpo.
> Los ejercicios son muy lentos y consisten en una serie de distensiones de los haces musculares, en posición erguida o tendida, acompañadas de una respiración profunda. Los movimientos que se proponen a las futuras mamás durante los cursos de preparación al parto no son los clásicos del stretching que se practica en los gimnasios, sino ejercicios revisados y corregidos, teniendo en cuenta algunas limitaciones, como la presencia de la pancita y el desplazamiento del centro de gravedad del cuerpo.

2 ¿PARA QUÉ SIRVE?
El embarazo produce algunos cambios en el cuerpo de la mujer. El primero de todos ellos es la pancita, que obliga a buscar nuevas posturas con el fin de mantener el equilibrio, cuando se está de pie o mientras se camina. Con el paso de los meses, inevitablemente, la futura mamá gana peso y pierde soltura.
> El stretching le ayuda a recuperar parte de la soltura perdida, así como a agarrar confianza con los cambios que se están produciendo en su cuerpo. Además, estos ejercicios sirven para entrenar y hacer más elásticos los músculos que la mamá deberá utilizar durante el trabajo del parto: los de las piernas, la espalda y el periné.

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3 VENTAJAS PARA EL ORGANISMO
Uno de los problemas que más afecta a las gestantes cuando el embarazo ya está avanzado es el dolor de espalda, como consecuencia del peso de la pancita y de la adopción de una postura incorrecta, que consiste en arquear la espina dorsal hacia atrás.
> A través de las clases de stretching, se ayuda a las futuras mamás a corregir estas posturas incorrectas. También sirve para relajar los músculos del cuello y las piernas, que a menudo están contraídos a causa de la tensión nerviosa. Repitiendo estos ejercicios, incluso sola en casa, la futura mamá consigue aliviar la angustia en cualquier momento del día.

> Además, el ejercicio físico realizado en los últimos meses del embarazo ayuda a llegar al momento del parto más relajada. La soltura de los músculos tiene un efecto muy beneficioso: hace que el trabajo del parto sea más ágil y menos cansado.

4 BENEFICIOS PARA LA MENTE
El stretching que se practica en los cursos de preparación al parto no solo es una actividad física. Es, ante todo, una técnica para agarrar confianza con el propio cuerpo y para reflexionar sobre una misma y sobre el niño. Por ello, se intenta involucrar al pequeño en los ejercicios, estimulándolo a través de la pancita y prestando atención a sus movimientos en respuesta a los maternos.
> La finalidad de estos cursos es, sobre todo, ayudar a las futuras mamás a vivir mejor
con ellas mismas un momento tan delicado y particular de su vida.

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5 UN EJEMPLO DE CLASE
> Las clases duran en torno a un hora y media y tienen una cadencia semanal.
El inicio es muy suave: se espera a que lleguen todas las participantes y se charla durante algunos minutos, animando así a las gestantes a confrontar sus propias experiencias, a hacer amistad y a compartir dudas y preocupaciones. Después, se les proponen una serie de ejercicios para distender y relajar los músculos del cuello, la espalda y las piernas. A menudo, las futuras mamás que participan en los cursos llegan a la sesión después de un día cansado y necesitan, sobre todo, aliviar la tensión. Más tarde, se dedica un tiempo a la respiración y a la relajación del cuerpo. Para finalizar, se proponen una serie de ejercicios de estiramiento de los músculos de la espalda y de las piernas, y de preparación del periné, todos ellos acompañados de piezas de música clásica. Esta música de fondo no sirve para dar ritmo, sino para relajarse.

6 LA DURACIÓN
Normalmente, los cursos de preparación al parto se inician en el séptimo mes y, por lo tanto, suelen durar dos o tres meses. Sin embargo, sería mejor, si la futura mamá tiene tiempo para hacerlo, realizar un curso de stretching desde el inicio del embarazo, con el fin de que el organismo se prepare para los futuros cambios con mayor eficacia.

7 CÓMO SE APLICA
> Durante las clases, se invita a las futuras mamás a adoptar posiciones que pueden resultar útiles en el parto. De este modo, la gestante puede saber cómo se siente más a gusto, para distender los músculos del periné o moverse más libremente. Así, la mamá puede aprovechar la fuerza de la gravedad cuando realiza los pujos y agilizar el nacimiento del pequeño. Asimismo, el trabajo se acorta respecto a lo que sucede con el parto clásico, en posición acostada.

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8 PROS Y CONTRAS
El stretching favorece la armonía psicofísica durante el embarazo y ayuda a vivir el parto de una forma no pasiva, sino como protagonista.
> Siempre se contraindica en presencia de contracciones o amenaza de aborto. La última palabra sobre la actividad física de la gestante la tiene el tocólogo, que se basa en una valoración completa del estado de salud de la futura mamá y del transcurso del embarazo.

9 QUÉ HACER SOLA
> Un curso de 90 minutos a la semana, durante dos o tres meses, es suficiente para aprender los movimientos más adecuados a las exigencias de las futuras mamás y las distintas técnicas de relajación. Sin embargo, sería mejor si los ejercicios aprendidos en el curso se repitieran después por cuenta propia, en casa. Para desarrollarlos de una forma eficaz, se necesita una habitación tranquila y silenciosa, un tapete en el suelo y música relajante, y dedicar 30 minutos al día a escuchar al propio cuerpo y los movimientos del niño.

10 ADVERTENCIAS
> No todas las mujeres gestantes pueden seguir un curso de stretching.
Es el médico quien debe establecer si el embarazo se desarrolla bien y si la futura mamá puede realizar una actividad física como el stretching. En presencia de determinados factores de riesgo (ver punto 8), el ejercicio está contraindicado y es necesario descansar. En caso de ciática o de problemas en las articulaciones de las piernas, por el contrario, la embarazada no debe renunciar a hacer stretching: puede acordar con el profesor algunos ejercicios personalizados, que tengan en cuenta sus dificultades y que le ayuden a superarlas.

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