Semana 37

Portada 37

Ya estás en la SEMANA 37
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BEBÉ
Los movimientos de tu bebé ya son más coordinados y tu pequeño continúa subiendo de peso. En esta semana, ¡gana casi 50 gramos al día!

MAMÁ
Es posible que las pérdidas vaginales de moco aumenten tanto en cantidad como en consistencia. El tapón mucoso también puede contener “hilitos” de sangre.

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Cómo reconocer el inicio del parto

A partir de la semana 37, ya se considera un embarazo a término, por lo que el parto puede producirse en cualquier momento. He aquí una completa guía para que aprendas a interpretar las señales de tu cuerpo.

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Es importante aprender a reconocer las señales que indican el inicio de las contracciones, pues ayudan a saber si el nacimiento del niño está cerca; asimismo, hay que distinguirlas de las falsas contracciones. De este modo, evitarás angustiarte antes de tiempo.

> Una de estas señales es la pérdida del tapón mucoso: una formación de consistencia gelatinosa, con estrías rosas o rojas, que se deben a la presencia de gotas de sangre provocadas por la ruptura de los vasos capilares. Se trata del moco que, hasta aquel momento, cerraba el cuello del útero y que lo aislaba del ambiente exterior. Hay que tener en cuenta que la salida del tapón mucoso no provoca dolor, por lo que, a veces, no se percibe. También puede suceder que la pérdida del tapón se produzca una semana o diez días antes del verdadero inicio del parto. De todos modos, es mejor que la futura mamá, en el momento en que lo note, vaya al hospital para que le realicen un control.

> También pueden aparecer dolores similares a los de la regla, localizados en la parte inferior de la espalda.

> Las verdaderas contracciones, que anuncian de manera segura el inicio del parto, se reconocen porque presentan las siguientes características: tienen un ritmo especial y se suceden a intervalos de tiempo regulares, al principio, cada 15-30 minutos; después, son más seguidas y las pausas entre una contracción y otra son cada vez más breves.

> Una vez iniciadas, estas contracciones no se interrumpen; el dolor, provocado por el continuo “estiramiento” de la musculatura del cuello del útero es de una intensidad creciente y desaparece entre una contracción y otra.

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CUÁNDO IR AL HOSPITAL
Las contracciones pueden presentarse incluso una o dos semanas antes de la posible fecha del parto. De hecho, se consideran normales los embarazos que concluyen en el período comprendido entre la semana 38 y la 42.

> Para saber exactamente cuándo es el momento de ir al hospital, es necesario medir la frecuencia y la duración de las contracciones.

> La frecuencia se debe controlar midiendo el intervalo entre una contracción y la siguiente que, normalmente, al inicio del parto, se encuentra entre los 15 y los 30 minutos.

> En cambio, la duración se calcula desde el inicio hasta el final de cada contracción que, en las primeras fases del trabajo, se alarga a 15-20 segundos.

> Se debe acudir al hospital cuando las contracciones se suceden cada diez minutos y tienen una duración de 40-50 segundos.

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¿CONTRACCIONES VERDADERAS O FALSAS?
> Durante el embarazo, se pueden advertir contracciones uterinas, a menudo relacionadas con los movimientos del feto.
Se caracterizan porque aparecen a intervalos irregulares; en general, no son dolorosas, sino que se parecen a los calambres que se tienen durante el ciclo menstrual. Además, no están cerca las unas de las otras y pueden cesar de repente. Es natural que las contracciones de este tipo alarmen a la futura mamá, pero, cuando finalmente está claro que se trata de falsas contracciones, lo importante es no alarmarse y saber que éstas también tienen su función. Se trata, en efecto, de momentos preparatorios, una especie de “prueba general” para acostumbrar al útero a las contracciones, muy útiles antes del trabajo del parto.

Por el contrario, al final del embarazo, las contracciones están más organizadas: al principio, son ligeras y poco regulares, y sirven para preparar el cuello del útero; después, aparecen con más frecuencia y regularidad, activando el trabajo del parto.

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¿Se puede comer durante el parto?

A algunas mamás no les entra nada, pero a otras se les despierta un fuerte apetito durante el proceso del parto. ¿Qué dicen los últimos estudios al respecto?

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Si todo procede con normalidad y, sobre todo, si la mamá tiene ganas, puede comer. En 2009, un estudio llevado a cabo con más de 2,400 mujeres, publicado en la revista científica British Medical Journal, concluyó que la ingestión de alimentos durante la dilatación en las futuras mamás de bajo riesgo no influye, ni en sentido negativo ni positivo, en la modalidad de parto, en la duración de la dilatación, en la aparición de vómitos o en los resultados de las pruebas neonatales. Es la misma conclusión alcanzada en una revisión Cochrane del año 2010. Tanto es así que, según el prestigioso protocolo del Nice (el National Institute for Health and Care Excellence británico), la mujer debe estar informada del hecho de que puede recibir una alimentación ligera, siempre y cuando no desarrolle factores de riesgo que hagan probable una anestesia general.

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QUÉ COMER Y CUÁNDO
Los estudios no concluyen que comer en la dilatación “sea bueno”, es decir, que mejore el resultado del parto. Sin embargo, la práctica clínica sugiere que es preferible no quedarse con el estómago vacío. Es importante llegar al momento del parto bien alimentada y descansada, de manera que el organismo afronte el gran trabajo que le espera en las mejores condiciones.

> El menú ideal antes del parto puede ser un plato de pasta o arroz con salsa de pesto (albahaca, queso parmesano, aceite de oliva, o incluso añadiendo unas almendras o nueces). También se puede optar por una comida compuesta de un plato de verdura en ensalada, salteada en el sartén o a la plancha, acompañada de pan y fruta de temporada como postre.

> Durante la fase de dilatación (que puede durar muchas horas en el caso del primer parto), cuando las contracciones se intensifican y se hacen más frecuentes, es posible que la mamá rechace el alimento, aunque tenga la necesidad de ingerirlo. La persona que acompaña a la mamá le puede ofrecer frutos secos, o incluso una simple cucharada de miel, que le ayudará a recuperar un poco de energía.

> Después del nacimiento, es decir, en las dos horas posteriores al parto, en las que la mamá se mantiene en observación (con el bebé y el papá), antes del traslado a la habitación, es normal que la mamá sienta hambre y sed. Para este momento especial, siempre con el consentimiento del personal médico, es ideal una ensalada de frutas o una rebanada de pan con fruta. Las bebidas calientes y las infusiones, así como las barritas energéticas de miel y semillas, o incluso un trocito de chocolate, también pueden ir bien.

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¡NUNCA RENUNCIES A LOS LÍQUIDOS!
Durante el parto, es importante permanecer bien hidratada para que el organismo funcione de forma óptima: en la fase de dilatación y expulsión, se pierden muchos líquidos a causa del sudor. Asimismo, el cuerpo sufre cambios de temperatura: primero, se siente frío, después calor, y viceversa.

> Son preferibles las bebidas isotónicas (las que consumen los deportistas), cuya concentración de sales minerales es igual a la que está presente en los líquidos de nuestro organismo y, por lo tanto, superior a la del agua. Té, manzanilla y otras infusiones, así como jugos de fruta, pueden constituir una buena alternativa durante el parto. No obstante, deben evitarse las bebidas con gas, que, por otro lado, las mamás no suelen pedir en estas circunstancias.

> En los casos en los que esté desaconsejada la ingesta de líquidos (epidural, cesárea programada o parto inducido), el personal médico mantiene a la futura mamá bien hidratada durante el parto mediante vía endovenosa.

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AYUNO: ¿CUÁNDO?
Existen tres casos, fundamentalmente:

Epidural
Una vez administrada la epidural, conviene preguntar al personal médico si se puede comer y beber. En caso de que no fuera posible, se puede mantener el equilibrio metabólico de forma apropiada por vía endovenosa.

Parto inducido
La inducción del parto también comporta el uso de diversos fármacos, que pueden provocar contracciones repentinas o más intensas. Por lo tanto, se aconseja descansar y alimentarse bien el día anterior, y permanecer con el estómago vacío el día del parto.

Cesárea programada
El ayuno está indicado a partir de la medianoche del día anterior. Si bien se efectúa con anestesia local, en caso de complicaciones, puede ser necesaria la anestesia general.

 

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¿Qué debes saber sobre la lactancia materna?

¿Tienes pensado dar el pecho a tu bebé? Si es así, te ofrecemos una pequeña guía para resolver las dudas más frecuentes y sentar las bases de una lactancia materna feliz y prolongada.

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EL AGARRE AL PECHO
> El primer paso para un buen inicio de la lactancia es aprender a poner al bebé al pecho de forma correcta. Para que la succión estimule la producción y el bebé tome una cantidad de leche adecuada, es indispensable seguir unas simples indicaciones. Por lo que respecta al agarre al pecho, la boca del pequeño debe estar bien abierta (como si fuera a bostezar) y abarcar gran parte de la areola, y no solo el pezón. Los labios están girados hacia fuera, la lengua es bien visible entre el labio inferior y el pezón, y la barbilla está apoyada en el pecho de la madre. El niño alterna la succión y la deglución, y no se deben oír sonidos emitidos con los labios, señal de que el bebé no está succionando correctamente. Mientras lacta, las mejillas están llenas y se percibe un movimiento en la zona de las sientes y de las orejas.

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LA POSICIÓN CORRECTA
> La mamá debe encontrar una posición cómoda con el objetivo de que la toma también se convierta en un momento de relax. La espalda y los brazos deben estar bien apoyados. El niño debe colocarse a la altura adecuada, es decir, con la cara mirando al pecho, para que la mamá no tenga que inclinarse hacia delante. El cuerpo del pequeño tiene que estar dirigido al de la mamá, con la oreja, el hombro y la cadera en el mismo eje. Durante el día, la mamá puede colocarse en la posición clásica, sobre el regazo, tomando al niño en brazos, con la cabecita apoyada en el antebrazo, cerca del pliegue del codo, o bien por debajo del brazo (posición de “balón de rugby”), con los pies del bebé dirigidos hacia la espalda de la mamá y la cabecita colocada delante del pecho. Por la noche, la mamá puede dar el pecho al bebé acostada de lado; si se colocan unos cojines en la espalda de la mamá y del bebé, el pequeño podrá permanecer de lado y la mamá estará más cómoda.

DAR EL PECHO NO HACE DAÑO
> Hay que ser consciente de que dar el pecho no debe doler. Si la mamá siente dolor durante la toma, significa que hay algo que no va bien. Una ligera molestia puede ser normal, pero, si no se resuelve en los primeros días posteriores al parto, es necesario comprobar que el agarre al pecho y la posición durante la toma son correctos. Si el bebé solo succiona el pezón o, si mientras lacta, la boca no está bien abierta, pueden formarse grietas en el pezón (lesiones que hacen que la toma sea dolorosa). Si la mamá nota que el pequeño no está bien prendido al pecho, lo mejor es interrumpir la toma (introduciendo la punta del dedo meñique en la comisura del labio del bebé para hacer que se retire del pecho de forma delicada) y volver a poner al bebé al pecho de forma correcta. Si se presentan dificultades iniciales, es importante ponerse en contacto con un experto en lactancia que ofrezca a la mamá consejos específicos y apoyo para resolver la situación.

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¿ES HORA DE COMER?
> ¿Cuándo hay que ofrecer el pecho al bebé? ¿Cómo se sabe si tiene hambre? En realidad, la gestión de la lactancia es muy sencilla: es suficiente con observar al bebé y ofrecerle el pecho cada vez que parezca interesado en succionar. Cuando el pequeño abre y cierra los labios, se lleva las manitas a la boca, gira la cabeza como si estuviera “buscando”, suspira o parece inquieto, la mamá puede probar a darle el pecho. En cambio, el llanto constituye una señal tardía de hambre, que puede interferir en la propia toma: si el niño está muy agitado o nervioso, podría tener dificultades para agarrarse al pecho de forma correcta.

¿CUÁNTAS TOMAS AL DÍA?
> La lactancia materna no tiene horarios. Las tomas son libres y a demanda. Cuando el niño demuestra que quiere lactar, se pone al pecho, aunque solo haya transcurrido una hora, o poco más, desde la última toma. Solo el bebé sabe si su estómago está vacío y si necesita comer. Gracias a su composición, perfecta para el pequeño, la leche materna se digiere fácilmente, de manera que las pausas entre tomas no pueden ser muy prolongadas. Además, cuando se pone al pecho, el bebé no solo satisface el hambre, sino también la sed. Negarle el pecho para seguir un horario establecido a priori por la mamá, puede implicar que el pequeño pase hambre o sed. Por último, a veces, el bebé busca el pecho porque necesita un poco de contacto y consuelo, o bien porque tiene alguna molestia, como dolor de estómago. Por esta razón, en las primeras semanas de vida, es normal que las tomas sean frecuentes y numerosas: 10-12 o más en el transcurso de las 24 horas. Si se le pone al pecho a menudo, el bebé estimula la producción de leche y garantiza la buena marcha de la lactancia.

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¿CUÁNTO DURA LA TOMA?
> En realidad, establecer la duración de la toma a priori está desaconsejado. La toma concluye cuando el niño se retira del pecho espontáneamente y se duerme. La composición de la leche materna se modifica durante la toma y, si se separa al bebé del pecho al cabo de pocos minutos, se corre el riesgo de que solo tome la leche más rica en lactosa (que quita la sed, pero es menos nutritiva), que caracteriza a la primera parte de la toma, y que no tenga tiempo de recibir la leche final, más rica en proteínas y grasas. Pero, si las tomas duran mucho tiempo, ¿no se pueden formar grietas? No, la duración de la toma no tiene nada que ver. La causa de las grietas es un agarre incorrecto. Si el pequeño succiona de forma adecuada, no hay ningún problema.

¿HA COMIDO SUFICIENTE?
> La doble pesada, que era una norma en otros tiempos, hoy en día está absolutamente desaconsejada, puesto que no ofrece información útil y suele generar ansiedad injustificada, dado que la composición de la leche varía de una toma a otra y la cantidad de leche ingerida puede ser muy diferente en cada toma. ¿Cómo se sabe, entonces, si todo va bien? Comprobando que el bebé moja al menos seis o siete pañales al día. La orina debe ser clara e inodora (señal de buena hidratación) y se deben presentar heces en los pañales con regularidad (de consistencia semilíquida y color amarillo verdoso). Para controlar el peso, se sugiere pesar al bebé una vez a la semana: en los primeros meses, el aumento deberá alcanzar o superar los 150 gramos. Si el niño no llega a este aumento, es preferible valorar la situación en su conjunto, dirigiéndose a una figura especializada en lactancia.

 

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Cómo curar el muñón umbilical

El cordón es indispensable para proporcionar al feto alimentación y oxígeno. Después del nacimiento, termina su tarea y debe cortarse. Queda un muñón que caerá unos días después. Pero, ¿qué cuidados requiere?

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El cordón umbilical, que al final del embarazo mide unos 50-60 cm, en la práctica habitual hospitalaria se corta enseguida después del nacimiento en un punto a pocos centímetros del abdomen. El momento adecuado para hacerlo es cuando deja de pulsar, señal de que la placenta ha concluido su tarea. El cordón se cierra con una pequeña pinza de plástico y se corta. También hay quienes afirman que sería mejor esperar la expulsión de la placenta. Como dato curioso, existe una práctica australiana llamada lotus birth, según la cual no debería efectuarse el corte, sino esperar a que la placenta y el cordón estén unidos al bebé hasta caerse de forma espontánea.

> ¿El corte duele? Hay opiniones discordantes al respeto. Hay quienes afirman que, como la zona no contiene nervios, esta práctica no provoca ninguna molestia para el bebé. Otros, en cambio, la consideran una práctica invasiva y agresiva para el recién nacido.

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¿CÓMO LIMPIARLO?
> Hace un tiempo, el muñón se solía desinfectar todos los días con alcohol. Hoy en día, esto ya no se hace porque se ha observado que esta técnica retrasa la cicatrización. La tendencia más reciente es no usar ningún producto desinfectante: es suficiente con cambiar cada día la gasa y controlar que el cordón esté bien seco. Si está mojado de pipí, como ocurre a menudo con los niños, hay que limpiarlo con una gasa humedecida con agua, secarlo y volver a taparlo con una gasa limpia.

¿SE PUEDE INFECTAR?
> Es muy inusual que el muñón umbilical se infecte. Si algo va mal, la zona alrededor aparece hinchada, enrojecida, maloliente y caliente al tacto. En este caso, lo mejor es consultar a un pediatra, que seguramente recomendará la aplicación de un antibiótico tópico.

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¿CÓMO FACILITAR SU CAÍDA?
> El muñón se seca y se cura más rápido cuanto más seco esté. Por eso, en general, se desaconseja bañar al bebé hasta su caída. Si el clima lo permite, de vez en cuando, se puede tener al bebé sin pañal en la cuna, de forma que el muñón esté expuesto al aire. La caída suele ocurrir entre tres y siete días después de nacer.

¿Y SI NO SE CAE?
> A veces, puede ocurrir. En estos casos, se puede usar un producto natural para facilitar el proceso, por ejemplo, arcilla verde o árnica: se aplican directamente en el muñón y se limpian a cada cambio de pañal con una gasa húmeda.

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¿QUÉ OCURRE DESPUÉS?
> En el lugar del muñón se forma una costra, a veces, con una pequeña secreción blanca:
no se trata de pus, sino del efecto de los glóbulos blancos responsables de la formación de la costra. También es normal encontrar una manchita de sangre en el pañal. Hay que seguir manteniendo la zona bien seca: en un par de días, la costra se quitará sola y en su lugar quedará una cicatriz: el ombligo, diferente en cada uno de nosotros.

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