Semana 39

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Ya estás en la SEMANA 39
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BEBÉ
Tu pequeñín ya pesa alrededor de 3.2 kilos (el 16% de su peso es grasa) y tiene los puñitos cerrados. Su cordón umbilical mide unos 50 cm.

MAMÁ
¡Cada vez tienes más ganas de hacer pipí! Algunas mujeres pueden tener contracciones dolorosas, pero irregulares. Todavía no se trata de la dilatación propiamente dicha, sino de una fase preparatoria.

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¿Cuánto durará tu parto?

¿Te preocupa estar muchas horas de parto? Este es uno de los miedos más comunes de las mamás. En general, si todo va bien, el parto no suele durar más de ocho horas, aunque esto depende de cada mujer, y de si se trata del primer bebé o no.

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> Es muy difícil prever la duración del parto. Puede alargarse una, dos, tres, seis o incluso más horas. Algunas madres, aun siendo su primera experiencia, pueden dar a luz con una rapidez sorprendente, mientras que otras deben esforzarse durante muchas horas para poder abrazar a su pequeño. Sin embargo, más allá de las diferencias individuales, intentemos definir cuáles son los tiempos medios y examinemos las fases que conducen al nacimiento del bebé.

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DILATACIÓN: de 4 a 6 horas
Se necesitan de cuatro a seis horas para que el cérvix (el cuello del útero) se abra gradualmente. Se trata de la primera fase del trabajo del parto.

> Al inicio de las contracciones, en general, se rompe la fuente, es decir, la fina bolsa transparente que aloja al niño junto con el líquido amniótico.

> Cada 3-5 minutos, se advierten las contracciones, que duran unos 40-60 segundos cada una.

> Las contracciones hacen posible la dilatación progresiva. Cada vez que la musculatura del útero se contrae, el cérvix se ensancha un poco más.

> La dilatación procede a medida que se abre el cuello del útero hasta alcanzar un diámetro de diez centímetros.

> Cuando el trabajo llega a este punto, el niño puede proseguir el viaje que lo llevará a nacer.

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EXPULSIÓN: de 30 a 45 minutos
La acción rápida a la hora de pujar, es decir, la fase de expulsión, se prolonga durante un tiempo que oscila entre 30 y 45 minutos, divididos de la siguiente manera:

> 3-4 pujos de fuerza leve y 10-12 contracciones. Tiempo medio: 10-15 minutos.

> 6-8 pujos de fuerza moderada acompañados de 10-12 contracciones. Tiempo medio: 15-20 minutos.

> 3-5 pujos de fuerza intensa y 4-8 contracciones. Tiempo medio: 5-10 minutos.

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SECUNDINAS: una media hora
Unos 15-30 minutos después del nacimiento del pequeño, empieza la tercera y última fase del parto, la que se define como expulsión de las “secundinas” o alumbramiento.

> La nueva mamá advierte una contracción poco dolorosa y breve que sirve para expulsar la placenta, el órgano que, durante el embarazo, ha permitido al niño nutrirse y respirar, y que ha asegurado a la mamá y al bebé la producción de las hormonas necesarias.

> La placenta se expulsa junto con la bolsa amniótica (que envolvía al niño en el útero). La duración de esta fase es muy breve: unos 3-5 minutos.

> Con la salida de la placenta, el útero se reduce gradualmente. Esto evita una pérdida excesiva de sangre, ya que los vasos sanguíneos que llegaban a la placenta se van cerrando poco a poco.

> Durante dos horas, la nueva mamá permanece acostada en la camilla en la sala de partos. Así, los médicos pueden asegurarse de que no se producen complicaciones ni hemorragias.

Los partos posteriores son más rápidos
> Normalmente, el segundo parto es mucho más rápido que el primero
(el tiempo se puede reducir, incluso, a la mitad) y el tercero suele ser más rápido que el segundo. De hecho, después del primer embarazo, los tejidos del cérvix uterino son más laxos y, por lo tanto, responden mejor a la acción de las contracciones. Asimismo, la mamá que ya ha vivido la experiencia del parto está más segura de ella misma y se presta a escuchar mejor la indicaciones del ginecólogo, haciendo que todo se desarrolle de forma más rápida y menos dolorosa.

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Si la dilatación se detiene

¿Qué puede ocurrir si la dilatación se interrumpe una vez iniciada? Es un supuesto que puede pasar, aunque es mucho menos frecuente de lo que se piensa.

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La experiencia de la dilatación requiere una apertura total, tanto desde el punto de vista físico como psicológico. Y esto puede vivirse de forma distinta de una mujer a otra. Algunas se abandonan al acontecimiento de forma instintiva, dejándose llevar. En cambio, otras mujeres necesitan parar un momento. Es como una especie de pausa entre una etapa y la siguiente. No en vano, estos momentos de “tiempo muerto” suelen producirse a los 4-5 cm de dilatación, es decir, a medio camino. Es como si la mujer necesitara tomar aliento antes del último paso, el más intenso y el más perturbador. El pequeño también desempeña su papel. Hay niños que “quieren nacer” antes que otros: son activos y, con sus movimientos, contribuyen a dilatar el cuello del útero. Por el contrario, otros niños se lo toman con calma.

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EXISTEN MUCHAS VARIABLES
> Un “bajón” de energía también puede frenar las contracciones, por ejemplo, a causa de un ayuno prolongado.
Asimismo, la interrupción de la dilatación puede tener un componente psicosomático: puede estar provocada por la tensión emocional debida al cambio de ambiente, como el traslado de casa al hospital, momento en el que la mujer puede sentirse menos cómoda. De hecho, la ansiedad desencadena la producción de adrenalina, una hormona que tiende a bloquear las contracciones.

> En otros casos, el obstáculo es de tipo mecánico. Para nacer, el niño tiene que afrontar un proceso similar al paso por un túnel, a través del cual se impulsa como un cuerpo rodante, como una especie de hélice que gira. Es un recorrido que puede ralentizarse, ya sea por el tamaño del bebé o por la anatomía de la pelvis de la mamá.

CÓMO REINICIAR LA MARCHA
> A veces, para superar este momento, solo hay que esperar un poco y concederse una pequeña pausa
 con el fin de recuperar la energía: una breve siesta o, simplemente, un momento de reposo con los ojos cerrados, en silencio, de manera que todo vuelva a ponerse en marcha.

> Asimismo, un masaje relajante en la planta de los pies o en la zona lumbar, o incluso un baño caliente, pueden desbloquear la situación.

> Otro de los secretos es cambiar de posición. Algunas posiciones, como por ejemplo, ponerse a gatas, parecen funcionar especialmente bien; sobre todo en los casos en los que es necesario “hacer espacio” en el abdomen. Asimismo, puede ser útil realizar movimientos de rotación de la pelvis amplios y fuertes, como si se estuviera bailando la danza del vientre.

> De todos modos, lo más importante es mantener la calma, tener paciencia y esperar con confianza a que la naturaleza siga su curso. Por otro lado, son los médicos quienes han establecido un tiempo para la dilatación y los que han decidido que se debe dilatar un centímetro cada hora. El hecho de que las cosas no transcurran según estos esquemas establecidos no siempre debe generar alarma.

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CUÁNDO ES NECESARIA LA INTERVENCIÓN MÉDICA
Si, a pesar de todo, las medidas adoptadas no parecen funcionar, es preciso valorar la posibilidad de realizar una intervención médica.

> Una de las maniobras obstétricas habituales y totalmente indoloras para la futura mamá y el niño es la ruptura de las membranas, es decir, de la bolsa amniótica que protege al bebé. Sin embargo, lo importante es hacerlo cuando es realmente necesario. Este acto mecánico, que no debe efectuarse rutinariamente, sino solo cuando es preciso, permite la entrada en circulación de unas sustancias específicas: las prostaglandinas, que aumentan las contracciones.

> La otra intervención a la que se suele recurrir es la administración de oxitocina, una hormona que, en condiciones normales, produce la hipófisis de la mujer y que es capaz de inducir las contracciones intensas y regulares.

> Otra forma de ayudar a la dilatación es administrar anestesia epidural cuando la mamá está especialmente fatigada y cuando siente mucho dolor por las contracciones; este tipo de anestesia elimina el control del sistema nervioso central sobre la musculatura, haciendo que el cuello del útero esté más relajado. Asimismo, si la fase expulsiva ya ha comenzado, es decir, si ya se ve el pelo y la cabeza del niño, se puede recurrir al fórceps -pero esto sólo como último recurso- cuando el pequeño avanza muy lentamente, la fuerza de las contracciones es débil y la mamá está muy cansada. 

> Pero ¿cuánto tiempo se suele esperar antes de intervenir? Depende del hospital en el que se da a luz, pero, en general, si no hay indicios de sufrimiento fetal, se espera cerca de un par de horas. Normalmente, tomando estas medidas, la dilatación se reactiva sin problemas.

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CUÁNDO ES NECESARIA LA CESÁREA
> En algunos casos, las intervenciones médicas efectuadas pueden no ser suficientes para “reactivar” el proceso de dilatación. Entonces, es cuando se debe recurrir a la cesárea. Sin embargo, la mamá podría llegar a pensar si no habría sido posible pensar antes en esta posibilidad. En realidad, existen determinadas situaciones que no son previsibles. Puede resultar difícil de entender, pero algunas cosas solo se ven a medida que el parto avanza.

Recurrir a una cesárea de inmediato no sería apropiado. No obstante, las futuras mamás que viven esta situación deben saber que el esfuerzo y el dolor experimentados no han sido en vano: las contracciones permiten al útero afrontar la intervención con una buena preparación y un buen entrenamiento, mientras que la estimulación del sistema pulmonar y cardiaco resultan muy útiles para el bebé, y le ayudarán a adaptarse mejor y más rápidamente al ambiente extrauterino.

 

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Las pruebas del recién nacido

Cuando nace, y en las semanas posteriores, el bebé es sometido a una serie de exámenes que permiten valorar su estado de salud. Veamos las respuestas de los expertos a las dudas de las mamás sobre este tema.

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La maniobra de Ortolani que efectuaron a mi hijo era negativa, pero, después, decidieron ponerle el doble pañal porque tiene una displasia de cadera. ¿Por qué no le hicieron una ecografía antes de darle el alta en el hospital?
> Durante la primera exploración (entre seis y 12 horas después del nacimiento), se realiza al bebé la maniobra de Ortolani,
un movimiento rotatorio específico de la pierna que permite determinar si la cabeza del fémur está bien colocada. En los casos más complicados (niños que nacen en posición podálica o si hay antecedentes familiares), el ortopedista valora la necesidad de recurrir a una ecografía. Esta prueba no es obligatoria y es un complemento a la exploración clínica. Se trata de un protocolo recomendado por la Organización Mundial de la Salud. La idea de realizar la ecografía a todos los niños ha quedado obsoleta, tanto porque la displasia también se puede manifestar a partir de los 6-8 meses, como porque no todos los centros pueden disponer de un ecografista especializado. En cuanto al caso expuesto, puede tratarse de una cadera “inmadura”, que se colocará en su sitio de forma espontánea. Las verdaderas displasias requieren un tratamiento con un separador ortopédico específico.

¿Para qué sirve la prueba del talón que se realiza a los recién nacidos?
> Este análisis se efectúa entre dos y tres días después del parto. Permite detectar las denominadas “enfermedades congénitas del metabolismo”
(ECM): disfunción de los procesos de transformación de los alimentos que conducen a la acumulación de algunas sustancias tóxicas en el organismo del niño, o bien a una carencia de otras. Las ECM se suelen detectar después del nacimiento, puesto que, durante el embarazo, la circulación sanguínea de la mamá trata estas sustancias en lugar del feto. Si se detectan a tiempo, normalmente, las ECM se pueden curar o mantener bajo control. Algunas de las enfermedades que se analizan son el hipotiroidismo congénito, la fenilcetonuria y la fibrosis quística.

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Al hijo de una amiga le han hecho una prueba en el ojo que se llama “reflejo rojo”. ¿Por qué al mío no?
> Durante el “test del reflejo rojo”, el pediatra o el oftalmólogo observan con un oftalmoscopio el fondo del ojo, mientras aplican un haz luminoso diagonal. En condiciones normales, el fondo del ojo devuelve un reflejo rojizo; en caso contrario, podría tratarse de una opacidad del cristalino (catarata congénita) o de la córnea (glaucoma congénito). La catarata afecta a cuatro de cada 1,000 recién nacidos y puede causar ceguera si no se diagnostica en las primeras semanas de vida. Esta prueba debe realizarse al nacer. Si el hospital no ofreciera esta prueba, el pediatra o el oftalmólogo deberían efectuarla en los primeros días de vida.

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Mi hijo mayor tiene problemas de oído. Estoy embarazada de mi segundo hijo. ¿Le debo realizar alguna prueba específica?
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Las otoemisiones son sonidos generados por las células ciliadas externas del oído y se transmiten con un pequeño micrófono aplicado en el conducto auditivo. Si el niño tiene un problema de oído leve, las emisiones desaparecen. Se trata de un control generalizado, es decir, toda la población infantil debe efectuar este test, independientemente de los factores de riesgo. En cambio, en caso de predisposición familiar a sufrir trastornos del oído, debería efectuarse una exploración más exhaustiva, como la medición de los potenciales evocados acústicos.

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Mitos y verdades sobre la lactancia materna

Si estás pensando en dar el pecho al bebé y te has informado al respecto, es probable que te hayas encontrado con algunos mitos y tópicos que carecen de fundamento. Veamos qué hay de cierto o no en algunos de ellos.

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La primera toma se debe producir justo después del nacimiento
XVerdaderoX  Nada más nacer, si el bebé se deja tranquilo sobre el pecho de la mamá, puede encontrar el pezón y succionar el calostro,
sin necesidad de ayuda externa. Asimismo, la particular situación hormonal del posparto favorece el inicio de la lactancia y la instauración del vínculo entre la mamá y su pequeño. Por este motivo, sería mejor no interferir en estos primeros instantes y las intervenciones previstas por el protocolo hospitalario, como el baño, la medida de la longitud y el peso, y la aplicación de gotas de antibiótico en los ojos, se deberían dejar para otro momento. Si no existen problemas, la visita del neonatólogo se puede realizar más adelante.

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En caso de cesárea, el inicio de la lactancia es más difícil
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No tiene por qué ser asíX  Después de un parto vaginal o una cesárea, la expulsión de la placenta es la señal que indica al organismo materno que el niño ya no está recibiendo alimento y que es necesario alimentarlo de otra manera. Por lo tanto, el tipo de parto en sí no es una razón que pueda dificultar la lactancia. Lo que sí puede interferir negativamente es el procedimiento hospitalario, si la mamá y el niño se separan (hay hospitales que todavía mantienen al niño en observación durante unas horas, aun en ausencia de problemas de salud), o bien si no está previsto el rooming-in (tener al bebé en la misma habitación que la mamá durante las 24 horas). Además, la subida de la leche se puede producir más lentamente si la mamá no recibe ayuda y, por lo tanto, no pone al bebé al pecho con una frecuencia suficiente.

> Si la cesárea se ha efectuado con anestesia epidural, la primera toma puede tener lugar en la misma camilla del quirófano. No obstante, después de una cesárea, la mamá necesitará un poco más de ayuda. En los días posteriores a la intervención, la mamá deberá poder contar con una persona que la ayude a tomar en brazos al bebé y ponérselo al pecho.

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Cuando se produce la subida de la leche, el pecho se hincha y duele
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A veces, es así, pero no siempreX  Si la mamá ha tenido a su bebé cerca y le puede dar el pecho todas las veces que demuestra tener hambre, la leche puede llegar sin señales evidentes, porque el pecho, al estar bien drenado, no se obstruye. En otros tiempos, las señales que anunciaban la subida de la leche eran los pechos hinchados y el dolor, porque los bebés permanecían separados de sus mamás y las tomas se producían en horas determinadas. Sin embargo, un pecho muy hinchado no garantiza que tenga más leche; por el contrario, puede representar un problema porque el bebé quizá no logra abarcar la areola correctamente. En este caso, es preciso darle el pecho más a menudo y, antes de la toma, aplicarse una esponja empapada con agua caliente y realizar un delicado masaje. Además, se puede exprimir un poco de leche con el objetivo de aliviar la tensión y ayudar, así, al bebé a succionar. Una compresa fría después de la toma también contribuirá a reducir la hinchazón.

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La lactancia siempre debe realizarse a demanda
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VerdaderoX  Para saber cuándo es el momento de la toma, la mamá debe observar las señales de su bebé y ofrecerle el pecho cada vez que se muestra “interesado”, es decir, cuando abre la boca y gira la cabeza como si estuviera “buscando”; se lleva las manitas a la boca o se muestra inquieto. El llanto es una señal tardía de hambre que, entre otras cosas, podría interferir negativamente en la toma, puesto que el bebé, al estar nervioso, puede tener más problemas para tomar el pecho.

La lactancia a demanda simplifica la gestión de las tomas porque libera a la mamá de horarios, esquemas y tablas, que son más propios de la alimentación artificial. No es necesario mirar el reloj; basta con observar al bebé y confiar en él. Por el contrario, si se alargan los intervalos entre tomas, existe el riesgo de interferir negativamente en la producción de leche.

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En los primeros días, es normal sentir dolor
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Es un tópico con el que hay que acabarX  Si la mamá se siente mal, significa que algo no funciona. Los primeros días después del nacimiento, sobre todo si se trata del primer hijo, es posible que se sienta una ligera molestia. Sin embargo, si la sensación desagradable no se resuelve rápidamente o si aparecen grietas, es decir, lesiones o cortes sobre el pezón o la areola, es preciso intervenir para resolver la causa del problema. En este caso, descuidar las señales del cuerpo, “apretar los dientes” y seguir con la toma a pesar del dolor es contraproducente. En un cierto momento, la mamá podría no resistir más y decidir interrumpir la lactancia, o bien el niño podría no lograr extraer una cantidad adecuada de leche.

> ¿Qué hay que hacer si la mamá no se siente bien? En la mayoría de los casos, es suficiente con controlar y corregir la forma de succión o la posición del bebé durante la toma. Si, a pesar de todo, la lactancia continúa siendo dolorosa, es aconsejable dirigirse a una persona experta en lactancia.

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Al principio, es mejor no dar al niño ni el chupón ni el biberón
XVerdaderoX  En las primeras 4-6 semanas, el pecho “aprende” cuánta leche debe producir y el pequeño toma confianza con la lactancia. En esta etapa, que se denomina de “calibración”, es muy importante evitar interferencias. Por lo tanto, el chupón y el biberón están desaconsejados. La lactancia se basa en un mecanismo de demanda y oferta: cuanto más succiona el niño, más leche se produce. Sin embargo, para que funcione bien, es importante que la lactancia sea exclusiva y a demanda. Si el bebé distancia las tomas porque ha recibido otros líquidos o si se consuela con el chupón, al término del día, podría no haber tomado suficiente leche. Además, la succión con una tetina artificial es diferente a la del pecho, lo que puede confundir al bebé e impedirle que succione de forma correcta.

> Cuando la lactancia esté consolidada, si la mamá desea ofrecerle el chupón al pequeño, podrá hacerlo, aunque puede que el bebé lo rechace: en general, los niños que toman pecho no suelen querer el chupón.

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¿Y si le damos biberón?

Preparar un biberón de leche en polvo para el pequeño no es nada difícil. Lo importante es respetar algunas sencillas reglas y adquirir un poco de práctica. Te explicamos cómo hacerlo.

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Las leches de fórmula cada vez se parecen más a la composición ideal de la leche materna, y el concepto de la capacidad del niño para autorregularse (en lo que respecta a la cantidad de leche y a los horarios de las tomas) se está abriendo camino gradualmente también en la lactancia artificial. De todos modos, es necesario familiarizarse un poco con el biberón. Te explicamos cómo prepararlo, teniendo en cuenta las necesidades nutricionales del bebé.

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LAS MEDIDAS DE LECHE
> Si se utiliza leche líquida en envase tetrapack, no hay ningún problema
para valorar la cantidad de leche de manera exacta. En cambio, cuando se trata de preparar la leche en polvo, se pueden tener algunas dudas. ¿A qué cantidad de polvo y de agua corresponderán determinadas cantidades de leche? Las empresas que fabrican leche, de forma muy correcta, proporcionan a las mamás una tabla de equivalencias de reconstitución de 30 en 30 gramos (o centilitros) de agua, poniendo el ejemplo de una primera toma tipo, preparada del siguiente modo:

> 90 g (o ml) de agua + 3 medidas de polvo, rasas y sin apelmazar (para un total de 100 g de leche).

En pocas palabras, se supone que a esta primera comida tipo, administrada a un niño de pocos días (de cinco a ocho veces al día), le sigue, unas semanas más tarde, un biberón preparado con 120 ml de agua y cuatro medidas de fórmula. A continuación, 150 ml de agua con cinco medidas de fórmula, y así progresivamente.

> Sin duda, ésta es la mejor “receta” que se puede aconsejar para reconstituir una leche de fórmula, evitando las aproximaciones y los cálculos “a ojo”. De hecho, cabe señalar que los posibles errores de reconstitución pueden provocar problemas de deshidratación al niño (en el caso de que se ponga demasiada leche en polvo y poca agua), o bien de desnutrición, si se hace lo contrario. Por supuesto, estos dos casos solo pueden darse si estas situaciones se prolongan durante un período de tiempo considerable.

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OTRAS CONSIDERACIONES
> Es importante disolver bien la leche en polvo para evitar que se formen grumos,
que obstaculizarían la toma. Para ello, se puede utilizar una cucharita. También se puede agitar el biberón, pero sin sacudirlo, ya que esto provocaría la producción de espuma, que no deja de ser aire que luego el bebé ingiere, provocándole ciertas molestias.

> Antes de dar el biberón al pequeño, se debe comprobar la temperatura de la leche echándonos unas gotas en el dorso de la mano. Si está a una temperatura correcta, ya se puede dar el biberón al niño. La leche debe gotear a un ritmo regular y moderado.

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